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mismo mueve los corazones de ios electores para que se haga de d que tiene señalado para el bien de su Iglesia; y valiéndose de medios humanos para la ejecución de sis decreto, valióse en ssta vacante para la del nuevo Pontífice de nuestro nuestro católico rey Felipe Sil, para que como tan verdadero hijo de ia Iglesia, solicitase la elección del que él tenía decretado. Escribió a su virrey de Nápoles el conde de Benavente, solicitase lo fuese corno más benemérito el cardenal Burgensio. No halló e! conde otro que fuese más a propósito para este negocio de la mayor importancia de la Iglesia y servicio de Dios, que la persona deí P. Fr. Serafín de Policio, cuya prudencia e industria tenía experimentada, fiando de su cuidado el acierto de 1 a elección que se deseaba. Enviólo a Roma con sus cartas para los cardenales, de quien fue recibido con notable honra, y supo con ellos disponer las materias con tanto acierto que fue electo en Pontífice el que se deseaba, que fue el cardenal Burgensio, que se llamó Paulo V. Quedó muy gozoso el señor conde de Benavente de la elección, y muy aJegre de lo que había hecho el P. Fr. Serafín. Para su disposición y siempre que se ofrecía hablar de él, decía con gracia y gusto notable: “ El P. Fr. Serafín de Policio sabe hacer Papas”, alabando su prudencia y su buena dirección que tenía en todos los negocios que se le encomendaban .'29 Hallábase embarazado con los de palacio, porque el mucho favor que le hacía el conde era ocasión para que muchos se valiesen para el que le hacía para sus pretensiones. Erale esto estorbo grande para su quietud, deseoso de la del retiro de su celda. Para volverse a su Provincia de Palermo, le pidió al conde su beneplácito, que aunque lo sintió, por no desconsolarle vino bien en ello. Volvió a Sicilia, trocando las grandezas de palacio por la estrechez de una pobre celda, estimando en más la humildad e improperios de la cruz de Cristo que las honras y Una nota marginal, de diferente mano, comenta todo este párrafo así: “Durus est hic sermo. Paulo V fue creado en 16 de mayo de 1605; 20 días después de muerto León XI. ¿Cómo es posible en tan pocos días un ayiso al rey, de Madrid a Nápoles y de aquí enviar a Roma al P. Serafín y negociar? Más: ¿había de negociar por comisión de! Rey? Era consiguiente fuese en persona el mismo virrey. No era de confiar a otro el negocio. Más: este asunto no pertenecía al conde de Benavente; tenía e! rey embajador en Roma al Exmo. Grande de España Marqués de Villena, a! cardenal don Francisco Guzmáo. En fin, véase el limo. Baíaglini, Anales...” [el último renglón es ilegible].