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por el mes de diciembre, el señor don Martín, por cumplir con las obligaciones de su oficio, hubiese estado lo más de la noche velando, paseándose con cuidado por su galera, le dio un dolor muy agudo de costado de que se tuvo por muerto. Aplicáronle muchos remedios, y ninguno le fue de provecho; antes el dolor crecía con mayor vehemencia. Acordóse del P. Fr. Eugenio, cuya virtud y ruegos para con Dios tenía ya experimentados en la tempestad pasada, y con con­ fianza grande pidió que le llamasen. Llegó, y afligido este caballero le dijo: “P. Provincial, yo me muero, remedíeme con sus oraciones, que se me acaba la vida” . Díjole el P. Eugenio: “Confie V. Ex®, en Dios, que yo confio en su Majestad que no será nada su mal” . Hizo una breve oración y puso su mano sobre donde tenía el dolor, y al mismo instante este se sintió libre de él con no menos admiración que gozo de su corazón, quedando tan bueno como si tal mal no hubiera pasado, teniéndolo por evidente milagro, y lo publicó por tal llegado a Génova, contándolo a muchos señores y a muchos de los padres de aquel convento, refiriendo por milagros patentes el de la tempestad y este de su instantánea salud, hecho pregonero de la mucha santidad del P. Fr. Eugenio de Oliva .122 “Singularis fuit in recta Regulae intelligentia. Unde fratres omnes ad eum tamquam ad oraculum confluebant: ad quorum ideo consolationem et preces scripsit: Expositionem super Regulam FF. Minorum secundum mentem S. P. N. Francisci. m. s.”, (Me parece que esta cita es del cronista capuchino Zacarías Boverio). Marcelino de Pisa, en el tomo OI de los Anales de la Orden, da una extensa biografía del P. Eugenio. Segismundo de Venecia en su Biografía Seráfica hace grandes elogios de él, aunque equivoca algunos datos secundarios. Véase también el Leggendario Cappuccino, tomo VH, pág. 107. 108

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