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56 ch o bu en o qu e V. C. p u ed e escribir, sepa y pueda ( y V. C. con cristiana sumisión y amistosa gratitud lo acepte) eliminar lo m en o s exacto, o inoportimo o exagerado. Si en v e z d e enfadarse con N. Rmo. P. General y los cen sores que él n om b ró , cuando n o ju zg ó p od e r le dar licencia d e publicar alguna obra qu e V. C. quería imprimir, si en v ez d e om itir los consejos d e tan digno, p iadoso y am oroso Padre d e dedicarse a otros estud ios en que V. C. pod ía evitar más fácilmente los escollos que lo s censores halla ron , si en v ez d e tomar aquella negativa d e im p r im a t u r com o obra d e sus im a g in a r io s e n e m ig o s y p e r s e g u i d o r e s , hub iese con filial abandono, con espíritu sum iso y con la gratitud debida aceptado los avisos del sucesor d e N. P. S. Francisco, n o hubiera te n ido tan inútiles y hasta tan peligrosos para V. C. (dada su idea d e p ersegu ido ) sus talentos; y Dios N. S. y N. P. S. Francisco le hubieran bendecido . Ah, caro P. Cayetano. Cuánto necesitamos (¿ y quién n o lo necesita?) consejos, amonestaciones y sujeción de obra y juicio; nada ha y tan peligroso, ninguna tentación es tan temible com o la de ver en los actos, consejos y decisiones d e los Superiores, efe c to s d e en v id io so s rencores, persecuc ión , en em igos y otras imaginaciones diabólicas. Si tales tentaciones n o no s dan horror, en tonces n o h a y remedio, po rqu e el más caritativo rem ed io lo juzgaremos veneno , y no s irritaremos contra los m ejores actos d e caridad. Vuestra C. ha creído que querían im ped irle la publicación d e sus obras. No, caro P., n o ; lo que s e ha querido es que V. C. se su jete en todo a lo qu e juzguen los Prelados qu e tienen g r a c ia d e e s t a d o para dirigirle en esto, y en tod o ; lo qu e se ha querido es qu e V. C. aceptase con humildad las correcciones y corrigiese (si el libro valía la pena d e ser corregido y publicado) cuanto la censura creyese oportuno, o bien qu e dejando aquel escrito, escribiese otra cosa digna d e la imprenta. Nuestro Rmo. P. General n o es enem igo d e escritor alguno, y él lo ayudaría en lo po sib le cuando el es crito pud iese con fruto publicarse; y o m ism o h ice decir a V. C. con cuanto gusto (com o Visitador y am igo) le ayudaría a publicar escritos su yo s, si c o n a m is to s o a b a n d o n o dejase corregir, sin enfadarse, sus escritos, com o lo hacen y los dejan corregir escrito res talentos. Ya ve, pu es, cuánto se engaña al creerse víctima de envid iosos adversa rios, etc. etc. Estas cu estiones científicas, y casi diré también tipográficas, nacieron en V. C. d e considerarse demasiadam en te capaz, grande erudito, y con cierto d e rech o a ser Maestro d e otros en la prensa y en la cátedra. Esto n o le h izo soportable cuanto le pa rec ió freno , consid erando p ersecu c ión e injusticia la m e n o r contrad icción d e sus Prelados en eso . Ese prurito d e sufíciencia científica le h izo ser m en o s p rud en te en sus máximas, y m en o s aten to a la aplicación en la vida religiosa d e los verdaderos princip ios canónico-regulares, d e m o d o qu e sin apercibirse casi d e ello, más d e un discípulo su yo c r e yó qu e n o eran tan malas c om o lo son rea lmente ciertas resistencias pasivas a 1a autoridad, ni tan peligroso juzgar sus actos, ni tan rep robab le n o hacer caso d e ciertas d isposiciones d e los Superiores Generales. Y a V. C. pu ed en sin duda ha cerse responsable d e qu e actuales discípulos su yo s d e Antequera se atreviesen a escribir del último Capítulo d e Toledo, que habían a b i e r t o lo s o jo s, y otras cosas sem e jan tes; y h o y deploramos el mal espíritu de varios. Vuestra C[aridad] se en fadó com o d e una injusticia d e que n o le dejasen lec tor últimamente, c om o se en fad ó en tre otras cosas, p o r lo m ism o cuando le sacaron del curso d e Pamplona. N o tenía razón, p o rqu e ni aun los lec tores qu e han ganado p o r concurso la lectoría tienen d e rech o a ten er discípulos; y si lo quitaron fu e sin duda p o r el p o c o p rud en te m o d o d e hablar d e V. C. y p o rq u e así lo juzgaron bu en o los Prelados; V. C. p o r resto n o debió , ni pudo , ni com o fraile súbdito ni aun c om o h om bre, tomar p o r injusticia lo que n o violaba d erech o alguno. Y así fue escandalosa su protestación en Antequera al verse sin estudiantes, y este m o d o d e obrar está reñ ido con la esencia misma del v o to d e obediencia . Si estas cosas son lícitas, se hund ió la sum isión, y se fu e a p iqu e la hum ildad religiosa. Piénselo bien coram D eo y sin pa
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