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8 1 para que levante aquella Comunidad y la encauce. Parece que el Sr. Obispo tubo de enterarse del estado de aquel Convento y se personó allí algo descontento, y al Vicario del Convento, que es un bienaventurado, le dijo que si "se había hecho fraile para su comodidad". Se han cambiado algunos religiosos y es de esperar que pronto se reme diará todo. He hecho cuanto ha estado de mi parte ara sostener al P. Pablo, pero me ha sido imposible. En una de sus cartas me decía: "ni tengo ni he tenido jamás vocación y estoy persuadido que me es imposible salvarme en la Orden". Y en otra: "Creo que mi salida hará mucho bien a la Orden". Juzgue por estas palabras V. Rma. del estado del P. Pablo. Dios lo bendiga y nuestra buena Madre María SS. La Provincia que pide mayor trabajo y mayores cuidados es la de Toledo. Está sin fuerzas ni elementos de que echar mano: está como un cuerpo que ha sufrido una horrenda sacudida, que se queda lánguido y postrado. Y para como de males andalu ces y valencianos están que se les hace muy duro estar unidos: quisieran ya separarse y piden con instancia que se erija siquiera un noviciado en Andalucía. Los valencia nos se quejan de los andaluces que para nada sirven, y parece que en el Noviciado se empeñan en negar fácilmente el voto a los novicios andaluces, y los andaluces dicen que los valencianos son ambiciosos y gazmoños, que se sirven de Andalucía para sólo buscar dineros y limosnas, y tampoco ven con muy buenos ojos que sea valenciano el Vicario Provincial. Pero a lo menos gracias a Dios y a una visible protección de la Virgen Santísima, se está haciendo allí una gran mudanza con respeto a las perturba ciones pasadas. El P. Ambrosio de Valencina, Definidor y Guardián de Valencia, que tan ardiente se había alguna vez mostrado por el P. Igualada, hoy está que no parece el mismo. Ha pedido muchas veces perdón, reconoce todo lo que ha hecho y lo detesta, quiere escribir a Ntros. Rvmos. pidiéndoles también perdón y dándoles una satisfac ción, y aun escribir a los mismos que había antes ayudado y empujado a estas cosas retractándose de todo lo dicho. Otro que había hecho mucho mal me ha escrito una carta tan sentida y tan llena de arrepentimiento que me ha hecho derramar lágrimas. El Presidente de Sevilla continúa desde abril pidiendo también perdón y quiere repa rar el mal que pudo hacer, aunque éste tomó poca parte. El que se muestra bastante frío e indolente, aunque ya es así de carácter, es el P. Benamejí, aunque se sincera de todo y ayer, al despedirse, pareció conmoverse algo. Sin inspirarme plena confianza, tampoco me da gran temor porque es por carácter apático, sin personalidad ni criterio propio y del último que le habla. Tampoco sé nada del P. Velilla, el primer Provincial. Me escribió días atrás una carta y me decía que en su Convento de Orihuela "sólo ha bía pequeños defectos propios de la humana flaqueza", y en cambio me escriben otros que los Legos se están peleando, que los Coristas van al Coro cuando quieren, que dos riñendo se tiraron al suelo, que otro delante de los demás en el refectorio arrojó un cuchillo a otro y cosas por el estilo. Permitió a un corista que en muy poco tiempo fuese a su casa dos veces; la primera, por una semana con un Padre muy poco reli gioso; la segunda, por quince días y solo. Siempre el mismo, indolente y descuidado, se encierra en su celda a fumar. Me será forzoso quitarlo de Lector. Pero es lo gracioso que no hay quien poner: habré de echar mano de un Diácono bien instruido y a punto de sacerdote. Los estudios -juzgue con tales Lectores- están malísimos. Voy a poner un curso en Sanlúcar. He pedido el parecer de todos los Profesores y Superiores locales para que me digan quiénes serían aptos para desempeñar estos cargos y es di fícil escoger. ¡Y aún piden Martos! Al P . Ambrosio , que predica bastante bien, no le quisiera de Lector, pero no habrá más remedio que ponerle; en tierra de ciegos el tuerto es rey. Haré un último esfuerzo por poco que me lo permita la salud para ir un día de estos a Valencia. De todos modos he visto ya al Vicario provincial, al P. Ambrosio, Benamejí y Diego, y los demás me han escrito. Ya saben que en la Definición del año pasado hubo de ponerse por Guardián de Fuenterrabía al P. Leonardo de Destriana, porque no había de quien echar mano. Es hombre que sólo sabe gobernar con el pecho levantado, y de criterio tan rígido y es
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