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2 6 dicho número de PP. y HH. máximo y mínimo. Dejen a Roma toda su solicitud sobre esto, y así Dios N. S. bendecirá la Provincia. A los débiles en el apostolado, V. R. pro póngales lo heroicos esfuerzos de millares y millai'es de débiles mujeres de centenares de Institutos que tan alegremente dejan su patria para ir a las Misiones del mundo entero. V. R., gracias a Dios, está animado de óptima bondad y celo apostólico y regu lar; y nos lo confirma la misma carta donde lamenta que no haya podido hallar a quien elegir y que de obligar a alguien, teme grave consecuencia para el enviado; y por esto renovamos nuestros consejos y excitamos su celo para que se eduquen todos los jóve nes, no para que vayan todos, sino para que todos estén prontos a ir no sólo si se lo mandan sino hasta el simple deseo de los Prelados; este celo los hará más fervorosos, más estudiosos, más laboriosos cuando sean sacerdotes, y dará a toda su vida regular una atmósfera de caridad, obediencia y desapego de cosa terrena. Ciertamente no lle garán a ir a Misiones más del 25 por ciento, pero es menester que todos empiecen por ser in corde Misioneros, desde España. Las Misiones, aun pidiendo sólo un joven de cada cuatro que se quedan en la Provincia, lejos de perjudicar a la misma Provincia, la favorecerán grandemente ante Dios y los hombres. Repetimos, pues, que la Provincia debe educarse, formarse y crecer con estas dos bases; legalidad y celo apostólico. Con estas nuestras exhortaciones (innecesarias para V. R., cuyo ce lo conocem os) V. R. tendrá mayor apoyo para encaminar la Provincia y Dios le bendecirá. E. P. Calasanz, que debe ir a España por varios asuntos dentro [de] dos o tres semanas, tendrá especiales instrucciones nuestras para el arre glo de las Misiones; y para su gobierno le decimos que no será forzado a ir ninguno de aquellos que V. R. no ha pod ido decidir a sacrificarse, com o Roma y V. R. deseaban, hilarem enim datorem diligit Deus; y si bien estamos persuadidos que son pocos los religiosos de su Provincia que carezcan de ia generosidad y obediencia que V. R. la menta sobre el asunto de Colombia; al hablar severamente de este incidente que tanto disgusta a V. R. y a Nos, está lejos de nuestro animo generalizar lo que sólo en poquí simos deploramos. A la verdad, los Superiores Generales que tantos pasos han dado y tanto y tantas veces han trabajado desde la Visita General para no imponeros sacrifi cios de personal, para disminuirlos, retardarlos, etc. cuando han sido indispensables para Carolinas o las Custodias, sienten añadirse aflicción sobre sus trabajos, cuando hallan tan poca generosidad en aquellos que podrían sacarlos del apuro indispensable en Riohacha y Misiones, y esta aflicción aumenta cuando en algunos de éstos no sólo hallan falta de generosidad, sino que desconociendo lo que hacen Roma y V. R. con Roma,para aliviar sus cargas en lo posible; parecen más bien tomar a mal hasta el que se provea a las Misiones cuando la absoluta necesidad lo exige, como si los Superiores obrasen con indiscreción e imprudencia, imponiendo sacrificios que ellos (los súbdi tos) creen no son indispensables. Repetimos, pues, que V. R. no cese de alimentar el celo apostólico y de repren der y reprimir a aquellos que con el pretexto de celo, del bien de la Provincia, etc., resfrían a los que tienen amor de Misiones, de ir a ellas, y murmuran de lo que la au toridad Provincial y General hace o dispone para cumplir con la gravísima obligación de no dejar destruir las Misiones que ia S. Sede les ha confiado (haciéndoles por esto mismo responsables de las almas de la Misión a las que deben procurar socorrer antes que a las de la patria). Dígales a los que se quejan por cada uno que es enviado, que ellos deberían ser los primeros en decir a la Definición Provincial y a Roma: "Padres, no os aflijáis por el grande sacrificio que debéis hacer; todos estamos prontos a ayudaros". Y repítales que León XIII declaró expresamente que quería que los Capuchinos españoles se dedi casen con empeño en preparar y enviar muchos misioneros; y como decía S. Ligorio:
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