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[o s , p iTa y ^ r g l ^ r o s i o d e V a leQ C iQ a , M iQ i s t r o P r o v i g c i a l ele l o s P F . lylfyl. <2a - p u c l ^ i p o s ejQ l a P r o v i n c i a . T o l e t o g a d e la [r? r r j a c u l a d a «Z o n c e p c ió jg d e lyíarua S a p t í s i r r j a : t o d o s Q u e s e r o s a n d a d o s s ú b d i t o s s a l u d y p a z er? e l Serjor«. V E N E R A B L E S PP. Y H E RM AN O S CARÍSIMOS: « Al ser elevados sin mérito alguno por nuestra parte al cargo de Provincia!, os dirigimos un cariñoso saludo de verdadero Padre; y parece muy puesto en razón que, ai llegar el tiempo eft que debemos dejar dicho cargo, os demos también el adiós de despedida. En los tres años que llevamos ejerciendo, el oficio, hemos procurado cumplir con las obligaciones que el mismo nos ■impone; y si por nuestra pequenez é insuficiencia no hemos podido hacer prodigios en el cumpli­ miento de nuestros deberes, tampoco hemos hecho, pór la misericordia de Dios, cosa alguna de que nos remuerda la conciencia ó tengamos que arrepentimos. Es verdad que no siempre habremos podido dar gusto á todos en el desempeño de nuestro cargo, porque es dificilísimo contentar á los que tienen entre sí opuestos intereses; y poco menos que imposible complacer al que de antemano está dispuesto á disgustarse por todo, á criticarlo todo, á no contentarse con nada ó á juzgarlo.todo siniestramente: y loque no pudo conseguir nuestro dulcísimo Salvador y Maestro, con ser Dios, menos podrá conseguirlo el hombre miserable, sobre ' todo si á imitación d.el .Apóstol, se propone complacer, no á los hombres, sino á Dios, cumpliendo lealmente su deber con justicia y equidad hasta donde sus fuerzas alcancen. Así hemos procurado cumplir en el tiempo de nuestro Provincialato, y damos gracias á Dios,porque ha bendecido nuestros trabajos y los ha hecho fecundos en todos los órdenes de la vida religiosa. En el orden disciplinar hemos visto en todas partes florecer la observancia regular, la perfecta vida común y la altísima pobreza tan amada de N. P. S. Francisco; hemos observado en nuestros amados súbditos actos verdaderamente hcróicosen el cumplimiento desús deberes, obser­ vancia de los votos y de la Santa Regla que profesamos; hemos notado aumentos de fervor, - deseos de sacrificarse por Dios y por el bien de las almas; hemos visto crecer en "uestro jardín seráfico las flores de las virtudes, y hemos arrancado de él con santa energía la mala yerba ■que brotaba, arrojándola fuera de nuestro campo, para que no dejara en él l> mala semilla. En los trabajos apostólicos ha sido para alabar á Dios los fruti. te cuarc mas y novenarios, y sobre todo en las misiones por los pueblos, c<^a ta; propia \ caracte­ rística de nuestra orden, que fue el distintivo de nuestros antiguos paaves en España. V no sólo en las misiones por ios pueblos de nuestra Provincia, sino á las remotas is V Carolinas y • Palaos se han enviado misioneros, que se están allí sacrificando por Dios y por las alma;;, por la

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