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8 7 eos de pan, con lo que tuvimos luego para mucho tiempo para la comida de la Comunidad y para la olla de los pobres. Jamás vi el convento tan bien provisto de todo como en aquella época que tan grande era la carestía. ¡Milagro de la Divina Provincia que debiera consignarse en las Crónicas del convento de la Magdalena para gloria del Señor! [...] CAPITULO XI: PEREGRINACION AL PUIG Y ADQUISICION DE "LA MONTAÑETA" 89. En el año 1886 me dio el Señor dos grandes motivos de consuelo y satisfac­ ción. Fue el primero en 13 de octubre, en ocasión de haber podido llevar a los pies de la Santísima Virgen del Puig una segunda peregrinación, que ni en solemnidad, ni en número de peregrinos, fue menor a la que celebramos el 22 de mayo de 1884 (2). Y el segundo motivo, de grande satisfacción para mí, fue en la adquisición del terreno, contiguo al convento, que llamamos la "Montañeta"; se consiguió del modo siguiente: Vino un día a visitar el convento y a sus hermanos de exclaustración el Padre Vicente de Elche, en el siglo Vicente Gironés, uno de los Padres exclaustrados que no se atrevió a volver al convento y vestir el santo hábito; y al dar yo con él un paseo por la "Montañeta", iba recordando con sentimiento y explicándome lo que había allí anti­ guamente y lo delicioso que era aquel lugar. Yo aproveché la ocasión y le dije: "Pues, Padre, si pudiésemos adquirirla mi deseo sería volverla a su primitivo estado". Y me contestó: "Vea si quieren venderla, y yo se la compro". Estaba casualmente por allí trabajando el dueño, don José García, y le llamé para que tratase con el padre; y afor­ tunadamente quedó concertada la venta, cuya escritura se hizo el día 28 de diciembre de dicho año 1886, poniéndose por entonces a nombre de cinco seglares, grandes bienhechores del convento, y, por lo mismo, de toda confianza. (2) Basten para dar testimonio del gran espíritu que animaba a los Terciarios y a su Comisario, P. Luis, los siguientes textos entresacados de crónicas de la época y referi­ dos a ambas peregrinaciones: "Al amanecer fueron reuniéndose en la espaciosa iglesia de Masamagrell los terceros de Manises, Godella, Vinalesa, Rafelbuñol, Masarrochos, Museros y numerosos grupos de la misma Orden Tercera de la calle de Sagunto. Avisados oportunamente los religiosos y curas de los pueblos circunvecinos, sentáronse a oír las confesiones de los fieles hasta el acto de la solemne Misa de Comunión General, en la cual se distribuyó el Pan Eucarístico a mil ochocientas personas aproximadamente. Después de un corto descanso organizóse la procesión al Puig, distante de Masamagrell como una hora" (cf. El Mensajero Seráfico 2 (1884) 343-349). "Previamente invitadas las Congregaciones de la Orden Tercera, fundadas o re­ formadas por el virtuoso P. Luis, acudieron con sus respectivos estandartes en número de trece, formando un total de cinco mil Terciarios y numerosos sacerdotes. Celebró la Misa de Comunión el R. P. Pedro de Usún, y cinco sacerdotes repartieron por tiempo casi de una hora el Pan de los fuertes a la milicia franciscana. De Valencia vinieron graciosamente cerca de sesenta escogidos profesores, y dirigidos por el inspirado y piadoso maestro S. Salvador Giner, cantaron un solemne Rosario por las calles de la población" (cf. El Mensajero Seráfico 4 (1886) 79-82).

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