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5 0 9o. Para que en todo resplandezca la virtud y los malvados no puedan tacharnos cosa alguno y los fieles no tengan impedimento en admitir nuestras exhortaciones, se ordena que en la población que se halle establecido el convento nunca salga ningún Padre ni Hermano solos, cualquiera que sea el asunto que llevare; debiendo no sepa rarse del compañero, por lo menos, a distancia que no puedan verse; pues los asuntos reservados o de conciencia podrán resolverlos en el confesonario. Se prohiben las visi tas a los seglares en absoluto; las del oficio, las hará siempre el superior acompañado de un religioso, y esto lo menos posible. 10°. Como nuestro objeto no debe ser otro que adquirir la perfección, y ésta no puede conseguirse más que con la mortificación, de ahí es que nuestras comidas han de ser frugales, no habiendo más que dos platos y un postre, si lo hubiere de limosna o de la huerta, nunca de compra sino en tiempo de ayuno y para los enfermos. En cuanto a éstos se seguirá en todo vigor lo que ordene el médico ser necesario para cu rar la enfermedad, y el enfermero cuidará con exactitud todas las cosas para el cum plimiento de su deber, teniendo presente lo que tanto nos recomienda nuestro Sto. Padre. Respecto a los demás que están sanos, no usarán vino en ninguna comida, ex cepto en los días muy clásicos, como las Pascuas, Asunción, Ascensión, Concepción y N. P. S. Francisco; que además habrá un principio y el día de la Pastora como Patrona ge neral de todas nuestras misiones. Jamás se hará preferencia en la mesa, a no ser con los PP. Provincial y Secretario, así como también con los MM. RR. Definidores, cuando vengan en comisión. Se quita el uso del platillo a los predicadores; pero los misione ros, en su vuelta, tendrán un principio el primer día. Cuando viniere algún religioso de fuera, o de otra Orden, obsérvese la costumbre de siempre. 1Io. Los misioneros tendrán dispensa de maitines la noche antes de marchas y la siguiente de su regreso, nada más; si alguno viniere malo, estará exceptuado de todo, durante su enfermedad. 12°. Como nuestro objeto no debe ser otro más que la santificación de nuestras almas y la de nuestros prójimos, y esto no puede conseguirse si no por la oración, de aquí es que se ha de tener todos los días, estando en el convento, tres horas de oración mental. La primera después de maitines en todo el año, y si éstos se dispensasen por alguna causa particular, ésta tómese de otro tiempo, y nunca falte; la segunda y ter cera como hasta ahora se acostumbra, procurando asistir todos; pues solamente puede omitirla el que esté enfermo en cama, o el que la obediencia le tenga ocupado, procu rando siempre los superiores no distraer a ninguno en ese tiempo, y adviertan que, desocupado, están obligados a hacerla irremisiblemente; y si alguno no lo cumpliere sea corregido o castigado. En cuanto a las penitencias, fuera de aquellas que tiene dispuestas las sagradas Constituciones, ninguna se haga sin el permiso del confesor y P. Superior. Régimen y Constituciones que han de tener los que pretenden entrar en estos Colegios de Misioneros para esta Península de España. Io. El número de Padres podrá llegar al máximo de doce individuos, inclusos el Guardián y Vicario, con el número de legos correspondientes para su asistencia. Cuando alguno de estos se imposibilitase, habiendo cumplido tres años de estar en la casa, puede permanecer en ella, si quiere, y su número pasar a otro, es decir, ser re emplazado. Admisión de legos Los legos, para ser admitidos, han de tener las condiciones siguientes: Ia. Han de ser profesos solemnes. 2*. Han de haber observado buena conducta en el convento o conventos donde hayan
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