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4 1 R om a y 10 d e S e p t iem b r e d e 1 9 1 6 . B e n e d ictu s PP. XV [ESQUELA DE DEFUNC ION DEL P. JOAQU IN DE T.T.FVAÑERAS ( + 1 3 ju n io 1923 )] Hermano de! Emmo. Cardenal V ives, reci bió de D ios, con larga mano dotes bien ex cep cion ales en toda su persona para la gran em presa a que le destinaba, de restaurador de la Orden Capuchina en España. N acido en San A ndrés de Llevaneras (B ar celona), siguió a su hermano el futuro C ar denal para vestir el hábito de San Francisco (25 de Julio 1871) a la ciudad de Guatemala, donde se habían refugiado algunos capuchi nos catalanes, restos salvados del naufragio y exclaustración provocada por aquellos días a cia gos y sangrientos del año 1834. E le vado a la dignidad sacerdotal (0 de Abril 1878), se con sagró al m inisterio a postólico con el ardoroso celo de su grande alma, haciéndose céleb re la misión que predicó en la Catedral de León, de recuerdo perdurable. N o habla llegad o a los 30 años cuando por d ecreto de la Sagrada C ongregación de O bis pos y R egulares (8 de M arzo 1881) fue nom brado para el alto ca rg o de Com isario A p os tó lico de todos los Capuchinos de España, por sus relevantes prendas personales para la a cción , de las cuales tanto esperaba León XIII para bien de la Orden Capuchina y de la Igle sia. Osliiim enim mopnum npertum est nu'ht et eoidens. Porque se me lia abierto una puerta grande y espaciosa (I C or., XVI, 9). C uantas nobilísimas em presas las de su magnánim o corazón acom etidas con ardor, sostenidas con fortaleza y acabadas con feli cidad, en los 27 años que gob ern ó la Orden C apuchina, ya de C om isario-A p ostólico, ya de Provincial, ya de Superior del Distrito de Madrid y Procurador de las M isiones de O ce a - nla. ya de R ector del C oleg io de L ecároz. El ordenó la traducción y publicación de la «V ida de San F rancisco», por el P. L. de C lierancé (1883), que fué acogid a con vivas m uestras de agrado y simpatía, y se extendió pronto por todas las P rovincias de España y d e la A m é rica española. El fundó la sim pática revista, e c o y estím ulo del m ovim iento capuchino. El Mensa/ero Seráfico (1883). El recuperó los C onven tos de la O rden, restaurándolos y le vantando otros nuevos. El fundó gran número dem isiones, com o las de Filipinas, C arolinas, C olom bia, E cuador, C hile y V enezuela, esta bleciendo las dos prim eras personalm ente en su célebre viaie a la O ceanla el año 188fi. El con sigu ió del Exento. Sr. Duque de M edina- celi la Iglesia de nuestro Padre Jesús N aza reno de Madrid (1893), y de S. M. la Reina el R eal C onvento del Pardo (1898), construido por F elipe III para los C apuchinos. El inauguró la Escuela S eráfica de M ontehano (Santan der) (1882), donde se educaban unos cien jó venes, centro de tantas voca cion es religiosas. El construyó (1891) el m agnifico C o le g io de L ecá roz (Navarra), continuación y a crecen ta m iento del anterior, y lo gob ern ó durante cerca de 20 años con gran esplendidez y pru dencia. El finalm ente lo transform ó, eleván d olo a la ca tegoría y situación próspera, a cre ditada y florecien te de que hoy g o z a . Los tres am ores de su gran fuerza exp a n siva de acción fueron dentro del espíritu s e ráfico: la juventud, las m isiones y el Papa, por lo cual lo distinguieron de un m odo muy par. ticular con su m ayor estima y a fecto personal León XIII, Pío X, B enedicto XV y Pío XI. Por esto residió desde 1908 en Roma, dedicado en teram ente alservicio directo de la Santa S ede, con varías com isiones pontificias y cargos perm anentes, com o el de C onsultor de la C o m isión Cardenalicia de la Preservación de la F e en Roma, que actualmente desem peñaba. ¡Qué paciencia y fortaleza durante lo más re cio de la enferm edad en Barcelona! Con qué fervor !e sorprendim os estrechando en sus m anos el crucifijo después de recibir el Santo V iático, la Extremaunción y la Bendi ción A p ostólica la víspera de ser operado! Las jaculatorias que el día de su fallecim iento más alentaban y confortaban su espíritu eran las dirigidas al S agrado C orazón de Jesús, devoción predilecta de toda su vida. Y con las ora cion es de cuantos le rodeaban, y con so la do con una B endición muy expresiva que le envió S. S. Pío XI entregó su alma al Criador para recibir el prem io de una vida tan de lleno consagrada al servicio de D ios y bien de la Iglesia y de la Orden. «Durará largo tiem po su memoria, el cual levantó nuestros arruinados muros y repuso nuestras puertas y cerrojos y reedificó nues tras casas». (E cl., cap. 49, v. 1 5 ).^ ^ ,. _ ™ .,. R. I. P. í^P C V ‘
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