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3 0 El M. R. P. Provincial debe señalar uno de los que van a misiones por presidente de todos por mar y por tierra, hasta que lleguen a la misión, y presenten sus patentes al Prefecto de ella, que es [el] superior allí. Pero en el viaje deben todos estar sujetos y obedientes al presidente nombrado, a quien el mismo M. R. P. Provincial constituye por superior, dándole las facultades para ello, expresándolo en el mismo nombramiento, que se le entrega firmado y sellado; señalando también en el mismo otro por vicepresidente, que sea superior en defecto, o falta, o ausencia del presidente. Este, en llegando todos los misioneros al puerto, debe presentar un memorial al Contador del rey del número de los misioneros con las certificaciones de los PP. Guardianes de los conventos de donde salieron y esto para que, averiguado el tránsito o las jornadas que cada misionero ha hecho, se le dé lo que paga el rey por jornada. El mismo Presidente debe buscar un sindico, o un mercader, que reciba el dinero, o lo adelante para ir comprando lo que es menester hasta que lo dé el Contador. También da el rey a cada religioso misionero antes del embarco, por razón de viático, aviamento o matalotaje que llaman, esto es, para hacerse un hábito de sarga, dos de lienzo aplomado, paños menores y sudarios, y para otras cosillas precisas para llevar a la misión, y para su servicio en la casa donde ha de habitar, en el pueblo que le señalarán, da el rey para esto a cada uno 496 reales de vellón y 11 maravedíes. Y se advierte que si el P. Presidente toma en junto todo el lienzo necesario para los hábitos, paños, sudarios, etc., y la sarga para le hábito, que llaman de respeto, saldrán más bien librados, que no si cada misionero se lo diligencia en particular para sí. Asimismo se debe presentar al Contador un memorial del tiempo que se han detenido los misioneros esperando el embarque; esto lo hacen los Guardianes de los conventos donde han estado los misioneros albergados esperando embarcarse. Pero si no han estado los misioneros en conventos, porque no les hay en aquel pueblo o ciudad donde se han de embarcar, formará el memorial el P. Presidente. Esto se hace para que conste y se certifique al Contador de los días que han estado los misioneros esperando embarcarse, para darles dos reales de vellón por día a cada uno, que da el rey para su manutención hasta que se embarcan, desde el día que llegaron al puerto y se han detenido. También hasta ahora ha acostumbrado abonar el rey para cada misionero, para transporte y manutención durante la navegación hasta llegar a las Indias, 140 pesos; pero éstos no se los entregan al misionero, sino al capitán de la embarcación, que se entiende en esto con el Contador; y el mismo capitán cuida de dar de comer a los misioneros en todo el viaje. Mas, se advierte que el día que los PP. misioneros van a reseñarse a casa del Contador del rey, que es antes del día de la revista, le deben presentar las patentes privadas de obediencia de sus prelados, con las cuales fueron al puerto. Ultimamente, se advierte que cuando el M. R. P. Provincial remita al Consejo la elección hecha de los misioneros que se piden para que el Consejo la apruebe, y se dijo ya en este capítulo, le debe enviar circunstanciada, esto es, que de cada uno de los misioneros elegidos ha de decir sus circunstancias y empleos que ha tenido en la religión, cómo se llama, de dónde es natural, en qué obispado, en qué convento está de familia y obispado, qué edad tiene, cuántos años de hábito, etc. Por ejemplo, el P. N., natural de este pueblo, obispado, arzobispado de N., de‘edad de N. años, y N. de hábito, presbítero, confesor, predicador, lector que ha sido, u opositor a lecturas,

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