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La copia del dicho memorial o representación al Consejo es del tenor siguiente: "M. P. S. Señor. Fr. Andrés de Valldigna, ministro provincial de los Frailes Menores Capuchinos de la Provincia de Valencia, humildemente postrado a los pies de V. A. dice: que el celo y piedad religiosa con que el Rey nuestro señor, que Dios guarde, a imitación de sus gloriosos antecesores, emplea inmensas sumas en la manutención de los misioneros que en la América están destinados a la conversión de los gentiles, de [lo] que resulta tanta utilidad a la Iglesia, y gloria a Dios nuestro Señor; obliga a sus fieles vasallos, particularmente a aquellos que en algún modo tienen parte en aquella conquista evangélica, a excogitar todos los medios propios para hacer más fructuosos y útiles los piadosos designios de su Majestad. Y siendo uno de ellos el buen gobierno de las misiones y de los sujetos empleados en ellas, parece que para lograrlo es necesario que ésta se encargue a sujetos que tengan conocimiento práctico de los talentos, inclinaciones, estudios y costumbres de los misioneros, proporcionándoles a cada uno de ellos las ocupaciones, empresas y ejercicios según su talento y habilidad. Esto no ha sucedido hasta ahora en la misión que esta Provincia de capuchinos tiene en la de Santa Marta y Río de la Hacha, por estar sujeta al gobierno del Provincial de Andalucía, que no tiene conocimiento de unos súbditos, cuyas costumbres, talento y habilidad ignora totalmente, y por lo mismo es moralmente imposible que sepa a quiénes debe ocupar en las empresas mayores, a quiénes en las ordinarias, y a quiénes separar de unas y otras, como es indispensable en un superior y en un pastor que debe conocer sus ovejas, por cuyo defecto está expuesto a gobernarlas por preocupaciones siempre perjudiciales al buen gobierno. Los buenos religiosos se entristecen y desmayan, viendo que no son atendidos sus talentos y son preferidos los que no los tienes; a los que no son tan religiosos les falta aquel temor que comúnmente acompaña a los súbditos que son conocidos de sus superiores, a quienes con dificultad pueden ocultar sus modos de pensar, que les son notorios. De todo esto es preciso que resulte que aquella misión no dé todos aquellos frutos a la Iglesia y al Estado, que daría sin duda si estuviera gobernada por el Provincial de esta Provincia, que teniendo noticias individuales de cada uno de los misioneros, conocimiento de sus talentos, aplicación, celo, literatura y religiosidad, no está expuesto a las prevenciones con que es preciso se gobierne el Provincial de Andalucía, y puede a cada uno de ellos destinarlo a lo que sea más útil y conveniente, atender al celo y a la aplicación de los que se distinguen, estimular a los desidiosos, reprimir a los que no dieren buena cuenta de sí, y separar a los que fueren o inútiles o perjudiciales. Por carecer de este conocimiento el Provincial de Andalucía, muchos religiosos hábiles, de quienes se podrían prometer que hiciesen

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