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confesar, para gloria de Dios, que su Divina Providencia de tal modo movió los corazones que nada de lo necesario nos hizo falta. ¡Sea Dios bendito por todo!. Esta Providencia seguí experimentándola en los dos trienios que estuve de Guardián en Ollería, en cuyo tiempo no tan sólo vi atendidas las necesidades de la comunidad, sino que pude hacer aún muchas obras y mejoras del convento. Edifiqué el calvario que hay del pueblo al convento, por estar el antiguo totalmente destrozado. Restauré varias dependencias del convento y la pla­ zuela del mismo. En la iglesia tuve la satisfacción de introducir grandes mejoras, pues se pavi­ mentó y estucó toda ella y se colocaron los lienzos que hay en la bóveda de la misma. Se adqui­ rieron las imágenes del Padre San Francisco, costeado por laTercera Orden, y la del Beato Juan de Ribera, fundador del convento, a la que erigimos también un altar. Se construyó también un nuevo tabernáculo para la exposición del Santísimo Sacramento, y lo hizo Fray Juan de Benisa; un hermoso púlpito, confesionarios y barandillas, obras todas del ejemplar religioso Fray Mi­ guel de Benisanó. También se adquirió un temo blanco, bordado a máquina en sedas, confeccio­ nado en la fábrica de los señores Llana, y otras muchas cosas. Todo ello obra de la caridad de los fieles; pero en su mayor parte debidas al celo y munificencia de la anciana D.aJosefa Giménez Sien (q. s. g. h.), hermana del difunto D. Mariano Giménez, Cura de Ollería". En esta década final del siglo XX , el Convento de los Santos Abdón y Senén, y de la Divina Pastora, de Ollería, en parte remozado, y últimamente con algunas mejoras imprescindibles, alberga una fraternidad de seis frailes, dedicados, además, al ministerio parroquial y otros cen­ tros asistenciales del valle de Albaida. El pueblo cristiano de Ollería, no cabe duda, sigue manteniendo una respuesta positiva ante la presencia de los Capuchinos y profesa un gran afecto por nuestro santo hábito. 93

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