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El edificio, de proporciones más reducidas que otros de su misma época, corresponde, no obstante, al modelo clásico de las primeras fundaciones, con tendencia a parecerse a los conven tos de principios de la Orden en Italia. El aspecto exterior primitivo, así como la plazoleta de entrada y las hileras de cipreses al final del camino entre el pueblo y el convento, parecen inspi rados en el de Alicante, como ya dijimos. Con las sucesivas devastaciones producidas por las guerras, el abandono en los largos años de la Exclaustración e incluso las obras realizadas por los frailes siguiendo las necesidades o las tendencias de las distintas épocas, tanto el frontis y el templo primitivos y el resto del convento han sufrido profundas transformaciones y ampliaciones. De algún modo contribuyó a ello - como veremos en otro lugar por su autobiografía- el Venerable P. Luis de Massamagrell, y en época reciente el P. Vicente Taroncher (Ricardo de Alfara). El templo conventual tiene una nave amplia, más otra lateral, a su izquierda, de menores proporciones, con cuatro capillas espaciosas. La sacristía es capaz y luminosa, no así el presbi terio que se ha visto disminuido al trasladarse el altar al centro del mismo. Se accede al templo conventual mediante unos escalones de piedra, en otro tiempo exteriores, y que hoy forman parte del atrio. Como elementos importantes anotamos la cisterna en el patio central del recinto conventual, además de la huerta, de considerable extensión. La existencia material de los primeros frailes, con la observancia de la altísima pobreza, dependía en gran parte de la cuestación de la limosna que recababan de pueblo en pueblo, de puerta en puerta, nuestros limosneros. El Convento de Ollería, no obstante su proximidad con los de Albaida y Ontinyent, tuvo asignada una amplia área para este menester, abarcando, nada menos, que sesenta y cuatro pueblos. (Vide: Archivo del Reino de Valencia. «Ollería». Leg.: 414.).
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