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Del antiguo convento no queda vestigio alguno. En su lugar -signo de los tiempos- se levanta una fábrica... En 1950 todavía se podía ver la tapia del huerto, cuya puerta -puerta de los carros- estaba flanqueada por dos frondosos cipreses. La memoria de los Capuch inos, no obstante, per m anece viva en esta ciudad. Se hace necesario destacar, a este propósito , la huella p rofunda que la gran personalidad de los prim itivos frailes han dejado en las pob laciones en donde estab lecie ron sus primeras fundaciones. Es un hecho que hoy se puede constatar. En lo que a Ontinyent se refiere y por lo que se deja entrever en las C rón icas del Municipio, la p resencia Capuchina fue muy notoria, así como su positiva valoración po r parte del «Consell», del m ismo C lero y del pueblo. Dos rasgos fundamentales centraban la simpatía y la adm iración: su extrema pobreza y su predicación. El cronista nos lo relata: "Posiblemente este fue el convento más pobre de todos los establecidos en Ontinyent, al que hubo que ayudar en repetidas ocasiones. En 1620 existían doce frailes en la Comunidad. Como ayuda y remedio a su pobreza el «Consell» les asignó d iez libras de caridad en 8 de sep tiembre de 1661. En 15 de abril de 1663 el Guardián de los Capuchinos pidió a los Jurados de la Villa le ayudasen por la mucha necesidad y pobreza que estaban pasando. Se acordó darles ocho libras y con firm a r como maestro de gramática, por cuatro años, al Padre Pipiol. En seis de d iciembre de 1665, tras ped ir nueva ayuda, se les asignaron d iez libras. Para pode r acabar de pagar el retablo que habían hecho en el altar mayor de su iglesia, el Guard ián pidió nueva ayuda ya que no podían verificarlo con «...algunes almo ines de alguns particu lars de la present Vila...». Se les concedieron d iez libras en «Consell» de 27 de abril de 1664". Su m inisterio pastoral, en especial el de la predicación, fue muy estimado, com o se puede ap reciar por lo que nos dicen los testimonios de la época: "El Rdo. Fray Benito de Chinchilla, residente en este Convento, predicó en noviembre de 1700 durante las rogativas que se hicieron en Santa María por la salud del Rey Carlos II, que se
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