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ha representado que la Villa de Alherique, de los Estados del Duque del Infantado en esse Reyno, les ha ofrecido fundación para un combento, por ser aquella Villa de algo mas de tres­ cientos vecinos y ser solo el cura y dos sacerdotes los que asisten al confesionario y padecer sumo desconsuelo aquellos feligreses, assi en las mayores festividades del año, como en sus enfermedades peligrosas y articulo de la muerte, y que reconociendo la Provincia ser tan justos estos motivos de piedad, acepta lafundación, precediendo mi realpermiso y teniendo los demás necessarios, y que la Villa insta lo mismo en la carta cuva copia se os remite, suplicándome sea servido de dar mi real consentimiento, dispensando en caso necesario sobre qualesquier prohi­ bición que hubiese en contrario. Ypara tener resolución en esta pretensión, he querido ordenar y mandaros (como lo hago) me informéis de lo que acerca della se os ofreciere y pareciere para que entendido mande lo que conbenga. Dado en Madrid MDCLXXXVIIII. Yo el Rey. La carta del Rey reproduce las piadosas razones aducidas por las autoridades de Alberique, y el perm iso regio no se hizo esperar, pues ya en 1689 los frailes habían llegado a A lberique para iniciar, en el convento titulado de Nuestra Señora de los Angeles, un permanencia de 129 años. A tenor de los libros de cuentas, sabemos que no se trató de una comunidad numerosa. La integraban tan só lo c in co o seis frailes. Pero su influencia sobre la juventud del Pueblo debió dejarse sentir pues, a pesar de la escasa documentación que se ha conservado del convento, sabemos de algunos jóv en es de Alberique que siguieron la vocación capuchina y que pertenecie­ ron a la comunidad radicada en su propio pueblo. Este fue, por ejemp lo, el caso de Fr. Jose f de A lberique en el sig lo XVIII y de Fr. Bernardo de Alberique quien, desde el 30 de noviembre de 1818 hasta finales de ju lio de 1835, aparece ratificando las cuentas del convento. Si se tiene presente que el Convento de Nuestra Señora de los Angeles fue suprimido el 25 de agosto de 1835, se ha de admitir que Fr. Bernardo formaba parte de la comunidad local en el momento de la supresión del convento. Si los Franciscanos en general y los Capuchinos en particular tienen a gala practicar la virtud de la pobreza, del Convento Capuchino de Nuestra Señora de los Angeles, de Alberique, se puede decir que fue verdaderamente un convento pobre. Así lo demuestra la relación de los enseres pertenecientes al desaparecido convento, que el Cura Párroco de San Lorenzo, D. Juan Bautista Belenguer, entregó el 24 de noviembre de 1851 al que tenía que suplirle c om o ecón om o al frente de la parroquia. Cuantos objetos se reseñan en el escrito no pasan de ser meras bagate- 2 9 1

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