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el que sucediese así para que se viese no ser tanto con sejo humano el que el convento se fundase c om o acuerdo divino. Apenas se partieron de la presencia del conde que se hallaba con buena y robusta salud, cuando se halló investido de un dolor de ijada tan vehemente que le puso en los últimos umbrales de la vida y se presentó en su interior un claro conocim ien to que era la dolen ­ cia en pena de no haber consentido en la fundación propuesta y que no tenía más remedio y quería convalecer que retractar su dictamen poniendo luego en posesión del convento a los reli­ g iosos-, Con este aviso exterior y santa inspiración interior, llamando a algunos de sus más estimados familiares, les encargo de que con la mayor brevedad fuesen al alcance de los relig io­ sos y los hiciesen volver en continente, pues iba no menos que la vida si tardaban y alcanzándo­ les aún no a media legua de distancia, y dándoles el recado del conde volv ieron luego y hallán­ dole en su casa con tan crecido dolor, se acercaron a él y el conde les d ijo: (Funden padres convento de su orden en mi lugar, que co n o z c o que me ha dado D ios este dolor en pena de haberles despedido). Apenas acabó de decir estas palabras cuando de repente se halló sin dolor, dando D ios nuestro Señor a entender con esta repentina enfermedad y súbita convalecencia que era de su agrado que se fundase el Convento de Capuchinos en la Villa de A lbaida». Después de la orden de Mendizábal, del siglo pasado, sólo queda de aquel convento la iglesia y obras de fábrica, que las ha ocupado desde más de cien años los juzgados y la guardia civil, pero no así el huerto. Había que ver de realizar alguna obra, pues dicha iglesia parece que lo necesita». VICENTE GIL-MASCARELL PONT Cronista Oficial

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