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A P E N D I C E 4 C O N V E N T O D E C A P U C H I N O S D E A L B A I D A alíemela El Patriarca Juan de Ribera autorizó a Fray Hilarión de Medinaceli, Com isario General del Reino, para fundar un Convento en Bélgida, y para ello d iole carta de presentación para el Señor Barón D. Vicente Bellvis, y de su resultado cop iam os a la letra lo que dice al relatar la vida y m ilagros de la Beata CatalinaTormo, de Albaida, Fray Pablo de Valencia, Capuchino, cronista de la Orden y lleva la fecha de 1726. «Fray Hilarión y una comitiva de frailes llegaron a Bélgida y dadas las cartas de favores discurrieron todos sobre la propuesta y pareció a todos ser la Villa de Bélgida pob la ción de p o co s vecinos y que sería mejor pretender fuese en la villa de Albaida distante de la de Bélgida una legua pequeña. O freció D. Vicente interponer sus súplicas para con el Conde de Albaida que lo era D. Juan A lon so Milán de Aragón de quien era muy am igo y juntamente sus bienes con mucha liberalidad para costear toda la fábrica, esperando a los religiosos feliz logro en la preten­ sión, por la gran devoción del Conde de Albaida su gran am igo. Fuéronse a Albaida, propusieron los religiosos al conde sus deseos y pretensión, corroboró los discursos D. Vicente Bellvis, inter­ puso sus súplicas y o freció costear la fábrica. Discurrió políticamente sobre la proposición el conde, considerando que no se podría mantener en su lugar un convento que por profesar la altísima pobreza había de vivir de limosna las que la Villa de Albaida no podría franquear de presente y menos en adelante, porque se daba por segura luego la expulsión de los moriscos que suced ió más adelante por cuya exterminación sería forzoso haber de quedar muchas tierras in­ cultas y lugares despoblados, serían menos los frutos y las rentas de los que habían de beneficiar el convento y así sería preciso haberle de dejar por lo cual sería mejor resolución el que no se fundase que abandonarle después de fundado. No pudieron los suplicantes desimpresionar al conde de este dictamen y así se despidieron harto desconsolados, volviéndose con D. Vicente Bellvis para Bélgida. -Pero ¡Oh secretos de la divina sabiduría!; d isposición fue altísima de D ios 2 8 1

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