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D E V O C I O N Y A P O S T O L A D O M A R I A N O E N N U E S T R A P R O V I N C I A La Santísima Virgen María ha sido y es la Madre de la Orden Franciscana en todas sus expre­ siones. E lla es la presencia en la mente y en el corazón de cada Franciscano. Franciscanismo o Franciscano sin E lla , o con E lla al margen o a distancia, es, sencillamente, imposible. E lla es un constitutivo esencial de la Orden. E l centro y el punto de apoyo de Francisco de A sís y del movimiento religioso a partir de él, se cifra en una sola palabra: «SAN TA M A R IA D E LO S A N G E L E S » , « L A PO R C IU N C U LA » . E l pintor de los Capuchinos, M U R IL LO (Bartolomé Esteban Murillo, (1617-1682) dejó re­ flejado en su cuadro de «La Porciúncula» todo un luminoso poema, lleno de sentido y de profun­ didad temática, que define el sentir y el ser del «Pobrecillo» ante Jesucristo y, desde luego, ante la Virgen Nuestra Señora. E l cronista de San Francisco, Tomás de Celano, en uno de los párrafos de la «Vida Segunda» dice: «Se abrasaba en indecible amor hacia la Madre de Jesús, porque nos había dado por herma­ no al Señor de la Majestad... Le ofrecía sus afectos, tanto y de tal manera, cual no puede expresar la lengua humana. Pero lo que más alegra es que la CO N S T ITU YO A BO G A D A D E TODA L A ORD EN » . En la misma línea, tras esta inestimable herencia del Padre San Francisco, y en el marco de la Orden Capuchina, SAN F E L I X D E C A N T A L IC IO prende el fuego de la devoción y del amor a Nuestra Señora. Y de nuevo debemos recurrir a las imágenes -una imagen vale más que mil palabras- en otro lienzo pintado por el mismo autor. Murillo. Retrata el hecho real de la apari­ ción de la Virgen Santísima a San Fé lix , que le entrega al divino Niño. (E l célebre predicador Capuchino, P. Alfonso Lobo fue testigo de esta visión. Decimos que este hecho; esta imagen es testimonial, programática de cara a la Orden Capuchina. Como una inspiración, como una vocación ha sido entre los Capuchinos el hecho constante -culminado en los siglos X V I I y X V III- de la defensa de la Inmaculada Concepción de María, 2 5 5