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L O S M A R T I R E S Sabemos que el mártir es un testigo; el que es consciente de que -haciéndose eco de la frase de Cristo- «ha venido para dar testimonio de la Verdad». Precisamente por eso el mártir no es exclusivamente aquel que, en un momento determinado es víctima de una agresión violenta con derramamiento de sangre. No obstante, este modo de entregar la vida es el que se ha constituido en signo del martirio; es la respuesta fulminante a la frase de San Juan: «Nadie tiene amor mayor que éste de dar la vida por sus amigos», por «el Amigo», Cristo y por el Evangelio. Amor es muerte, y, sin excluir a aquellos hermanos nuestros que han hecho de su existencia un «Quotidie morior» porque «conocieron el Amor» (1 ,a Jo. 3,16), nos vamos a referir a quienes en distintas circunstancias han hecho de su sangre un clamor por la Verdad del Evangelio. P. A N TO N IO D E T O D O L E L L A : Ya en el primer tercio del siglo X V I I I -1738- este misio­ nero apostólico, destinado a la Misión de Santa Marta, a petición propia, en donde trabajó infa­ tigablemente por la reducción y civilización de los indios, sufrió el martirio de la forma más bárbara a manos de los indios motilones de la sierra de Perijá. Este misionero constituye una de las primeras glorias de nuestra Provincia. P. B U EN A V EN T U R A D E B E N IF A IR O , en la Misión de Santa Marta fecundó con su san­ gre su labor apostólica. Agregado a una expedición de 20 misioneros destinados a esta Misión en 1774, se hizo cargo de la parroquia de Apiezi. A llí desplegó su caridad y por ella ofreció su vida, martirizado por los guajiros, en el año 1776, tenía 46 años de edad. S IE R V O D E D IO S F R A Y G R E G O R IO D E I B I , misionero apostólico. Si proverbial era la ferocidad de los indios Coyamos (Colombia), proverbial fue, hasta cotas insuperables, el heroís­ mo de este predicador de la doctrina evangélica. Fray Gregorio fue designado por Dios para escribir una de las páginas más gloriosas de las Misiones Capuchinas. Su valerosa expedición en busca de estos indios y su propósito de llevarles la luz del Evangelio fueron «recompensados»