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M . R . P. H IL A R IO N D E M E D IN A C E L I, noble y digno de todo encomio, no tanto por la alcurnia de la familia de los Heredias, a la que pertenecía, como por ser Padre y fundador de nuestra amada Provincia valentina, cuyos hijos en todo tiempo verán en este insigne religioso a una de sus más esclarecidas glorias. En sus mocedades fue paje del Duque de Medinaceli y gentilhombre del mismo, siendo éste V irrey de S ic ilia ; pero la austeridad capuchina le impresionó más que las glorias del mundo, y vistió nuestro santo hábito en Palermo. Vino a España con los primeros Capuchinos que funda­ ron en Cataluña; y de Cataluña pasó a Valencia en calidad de Comisario, para echar los cimien­ tos de la Provincia que, bajo los auspicios y paternal protección del Beato Juan de Ribera, se iba a formar en este reino. Su Comisariato, floreciente y lleno de opimos frutos espirituales, duró seis años; y muy pron­ to pudo ver levantados nueve conventos, con sus no mezquinas comunidades, como gloria base de la naciente Provincia, en la cual fue Guardián, Maestro de novicios, Definidor, Custodio General y dos veces Ministro Provincial, y a la cual amaba tan cordialmente que ni en la muerte -afirmaba- quería separarse de ella. No se realizaron estos sus deseos, pues en la visita que San Lorenzo de Brind is, como Gene­ ral de la Orden, hizo a las tres nacientes Provincias españolas: Cataluña, Valencia y Aragón, dispuso que para las tres hubiese un solo Provincial, y en el Capítulo que presidió el mismo San Lorenzo fue elegido el P. Hilarión para este cargo. Girando la santa visita canónica murió en Zaragoza santamente, el 24 de marzo de 1612. Pero si no su cuerpo, quedó entre nosotros su espíritu; y éste con las recias virtudes que lo adornaban, sobre todo la prudencia, la humildad, la pobreza, la castidad y la penitencia, así como la devoción a la Santísima Virgen en el ministe­ rio de la Inmaculada Concepción, y serán siempre la ejecutoria de nuestra nobleza y el estímulo para seguir las huellas luminosas del esclarecido varón, del venerado Padre. 2 2 3

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