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brota y se renueva- del ideal franciscano. Enestamujer incomparable lahumanidadde Francis co y de sus frailes se perfeccionaba, ganaba legitimidad y se clarificaba. Porque Clara «adelan tabaenunpasoaFrancisco, aúncuando le siguiera». Si el «Pobrecillo» erael ángel que «remue ve el agua» del ideal dePobreza, Clara, «Dama Pobreza» era lamismaagua, lamisma Bethsaida. Enunanoche de luna, Francisco se inclinó sobre el brocal deunpozo, y, asomando lacabeza, dijo a Fray León con alegría: -«¿Qué crees que he visto en este pozo?» -«La luna, que se refleja enél», respondió León. - «No; no es la luna lo que he visto, sino el verdadero rostro de Clara». Enella, espejo de Francisco, nos miramos, tratando, como Ella, de seguir sus huellas consin tiendo en su «locura».
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