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EL A PO STO L A D O DE LO S EN FERM O S Al tratar del APOSTOLADO DE LOS ENFERMOS, laprimera impresión es ladel compor tamiento, a nivel de heroísmo, de cuantos se entregaron a esta obra. Sería muy larga la lista de la legión de Capuchinos que inmolaron sus vidas en aras de la caridad, del servicio abnegado al prójimo en las ocasiones en que la PESTE asoló a la región levantina en lamitad del siglo XVII (1647...) y a lo largo del siglo XIX (1804, 1855...). Llenaríamuchas páginas -gloriosas páginas- el hecho de detallar cada una de las gestas protagonizadas por tantos frailes, cuyos ejemplos de arrojo, de desprecio al riesgo, y, sobre todo, depatente caridad son francamente estremecedoras. La epopeya de los Capuchinos valencianos, como de cualquier latitud, en este sentido, escrita al filo de lamuerte, supera al milagro. Nuestra Provincia se cubrió de santidad. El tributo de vidas que los frailes de nuestra Provincia ofrendaron sirviendo a los apestados de laciudad deValencia en 1647 fue alto. Eneste año y enel siguiente sucumbieron nadamenos que treinta y cinco religiosos, contando los de Murcia. Cuatro años más tarde -1652- marcharon otros a Baleares, para atender a los enfermos de peste. El Hospital de laCalle deMurviedro fue el centroendonde tuvieronunespecial protagonismo nuestros hermanos valencianos. Uno de ellos, el P. Felipe de Valencia fue su Presidente y admi nistrador. A pesar de sus años y achaques en el tiempo en que nos referimos, la aparición de la peste enardeció sucelo pastoral y se ofreció para tantremenda tarea.Allí ofreció suvida el 12 de noviembre de 1647. Fray Marcelo de Albalat, que se ofreció, con voto, para servicio de los apestados, entre los que murió en el mismo año 1647. FrayDomingo de Forcall, sobresaliente en lacaridaddel Hospital valenciano, de cuyos enfer mos mereció la más reconocida gratitud. Se inmoló a los 34 años de edad. Y en este misma época, una larguísima listadeapóstoles de lacaridad, encabezadapor Alejo de Burriana, Angelino de Valencia, Bartolomé de Valencia, José de Albaida, Hilarión de Valencia... Entrado el siglo XIX -epidemia de peste de 1804 en Alicante- dieron ejemplo de heroica caridad religiosos como Marcos de Viliena, Rafael de Adzaneta o Ignacio de Valencia. Después de laRestauración, el ataque deCOLERA MORBO de 1885, pone aprueba, unavez más, la ilimitada caridad de nuestros Capuchinos en tiempo de peste. Los frailes de «La Magda lena (Massamagrell) y de Ollería, por ejemplo, se ofrecieron enmasa para asistir a los contagia- 195
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