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A C T I V I D A D A P O S T O L I C A D E L O S C A P U C H I N O S V A L E N C I A N O S Que los Capuchinos, una vez asentado el carácter de la Orden, han sido los «apóstoles del pueblo» está fuera de toda discusión; es la misma evidencia. En el ámbito nacional y en la plenitud de su acción, ésta ha sido francamente notable, con ejemplos clamorosos, como el Beato Diego José de Cádiz, junto con el cual hay una larga lista. Nuestra Provincia, desde los mismos inicios, se ha definido en un sentido testimonial y apos tólico tan en profundidad, que el tiempo -siglos- no ha sido capaz de borrar su huella. El fruto apostólico, el «sabor franciscano» se percibe en los pueblos valencianos. Aún... Desde los primeros momentos los frailes respondieron al propósito del Patriarca Ribera de que estuvieran y fueran parte de su diócesis como nuevo impulso de vida; como fermento de Evangelio, precisamente por aquello que les distinguió en la península italiana, su lugar de ori gen. Las virtudes cristianas vividas y predicadas en clave franciscana y en la reciedumbre de la Fe ante una sociedad tanproblemática como la de finales del siglo XVI enValencia. EL SERVICIOAL PUEBLO, vista la trayectoria que laDivina Providencia les iba trazando a los frailes, era -es- unade las vocaciones prioritarias, unade las principales razones de suexistir: Gastar la vida en favor del pueblo. Por eso se identifica con él de manera admirable. Su servicio abarca a latotalidad de lapersona, los diferentes aspectos de suvida, y conlleva lapreocupación de cubrir sus necesidades de todo orden; de llevar sus «responsabilidades», es decir, el peso de sus dificultades; de trasmitir ánimo y confianza, y de servir enalgo que forma parte del carácter Capuchino: la oración e intercesión por el pueblo, y la predicación de la Palabra de Dios. Esta, juntamente con los Sacramentos, es laobra gigante que asumió laOrden. Hasta mediado el siglo XVII fue este de la predicación la forma de apostolado que prevaleció, y no sólo por el «estilo Capuchino» de espontáneo fervor en la palabra y en su evangélica intransigencia, sino también por su aspecto externo, por su porte. La imagen del Capuchino, clásica hasta hace bien poco, ha impactado fuertemente. 191
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