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comunitariamente, sobre todo, como para fomento de la devoción particular. Efectivamente, todas las HORAS CANONICAS se rezaban en él, así como otros ejercicios de piedad, entre los que sobresalía el rezo del SANTO ROSARIO, concluidas las VISPERAS, convertido así en testimonio público de amor y fidelidad a Nuestra Señora. En el centro del Coro se tenía el FACISTOL, atril grande que, en un principio, servía de soporte para los enormes leccionarios y en donde se guardaba y leía el MARTIROLOGIO. Como hemos apuntado, el Coro se ubicaba en laparte superior de la entrada al templo; pero, en unprincipiono fue así. Estaba situado detrás del ábside, anivel de laplantadel mismo templo -CORO BAJO- comunicando con el presbiterio por dos puertas laterales y asimismo con la sacristía. Un ventanal acristalado permitía ver perfectamente el Sagrario y el altar mayor. Este recinto de oración, jamás tuvo sillería, al modo de los monjes; estaba amueblado con un banco corrido, apoyado en la pared, delante del cual, también corrido, había una especie de reclinatorio. Visto desde fuera, el conjunto arquitectónico «Convento-Templo» presentaban un aspecto inconfundible: eran los Capuchinos. Las gentes de toda la región valenciana lo tenían definido en una sola palabra: «EL CONVENT» o «ELS FRARES». Ciertamente el Convento Capuchino ha sido para el pueblo un imán para lapaz y el silencio. Formando parte del recinto conventual, estaban la HUERTA y el CEMENTERIO, todo circundando por una tapia de regular alzada. La huerta teníaun«encargado» expresamente nom­ brado para ello: EL HERMANO HORTELANO, al que casi siempre ayudaba algún «donado». El cuidado de las hortalizas y del arbolado evidenció en múltiples ocasiones los conocimientos muy notables en agricultura de bastantes hermanos. ...Y el CEMENTERIO. No están muertos; duermen, -recordando la frase de Cristo a Jairo-, Dos series de nichos a ambos lados de una pequeña capilla en un recinto tapiado, relativamente pequeño y discreto, forma el cementerio, con sus cipreses y plantas bien cuidadas. Allí, en espe­ ranza, hacen un alto en el camino de la eternidad unos hombres que han llegado en pos de unas huellas y de un ideal.

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