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entrado el siglo XVII hasta la segundamitad del XVIII constituyen una época de gran vitalidad en la espiritualidad, en la observancia y, desde luego, en la acción apostólica llevada a todos los frentes. Se apoyaban los ideales franciscanos, constitutivos de la identidad de la Orden, en la TRADICION de los «santos y venerables padres», y en la OBSERVANCIA de la Regla. Tras este período, hayuna tendencia al «legalismo», a las prácticas exteriores enperjuicio del vigor del espíritu. Ello originó una reacción propiciada por el que sería primer General de la Orden español, Padre Pablo de Colindres, que se concretó en la erección de los llamados «CO­ LEGIOS DE MISIONEROS» (Conventos de Retiro. Conventos de Perfecta Vida Común), que en nuestra Provincia se hizo realidad en el Convento de Monóvar, en 1764, el cual no era otra cosa que unCentro de irradiación a las demás Comunidades; de unrenovado fervor en laObser­ vancia, con capacidad para revitalizar los valores esenciales en profundidad, y devolver seria­ mente el compromiso Franciscano-Capuchino. No descuidaron, además, una esmerada prepara­ ción para el apostolado y el ministerio sacerdotal ante el pueblo. De ahí sunombre de «Misione­ ros». Una vez «restaurada» la Orden en la península -recordemos el 1877- tanto las ORDENACIONES GENERALES promulgadas por el Ministro General, P. Bernardo de Andermatt, finalizada suvisita en 1889, y, por otraparte, el MANUAL SERAFICO, obradel P. Calasanz de Llavaneras en 1890, representan unesfuerzo para inculcar los auténticos valores de forma, tradicionales, en unplano de mayor equilibrio y sensatez en lo que atañe al rigor de otras épocas. Esta nueva andadura de laOrden «restaurada» en España es de signo francamente posi­ tivo tanto en la vida interior de lamisma como en la actividad apostólica. EN EL DESENVOLVIMIENTO DE LA VIDA CONVENTUAL DIARIA, tenía un trata­ miento prioritario la ORACION COMUNITARIA, mental y litúrgica, repartidas en horarios precisos a lo largo de lajornada, siempre en el Coro. Es de notarque los MAITINES se rezaban, salvo contadas excepciones, a media noche. También y sobre todo, la asistencia de todos los religiosos a la MISA CONVENTUAL. En ella debían recibir la Sagrada Comunión los frailes no sacerdotes -se acercaban descalzos arecibirla-, enunprincipio, dos veces por semana, jueves y domingos, y en las Fiestas de laVirgen. Más tarde la tendencia fue recibirla diariamente. 175

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