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Marqués tenía previsto entregar al Ayuntamiento de Callosa una cantidad para la reparación de una ermita dedicada a San Sebastián, mártir. Ante los deseos, no sólo del demandante, sino del mismoAyuntamiento de preferir a la reparaciónde laermita la fundación de unconvento, y éste de Capuchinos, el Marqués desvió, complacido y gustoso, lacantidad de «doscientos ducados o libras valencianas» para que pudieran establecerse los Capuchinos. Regresado a Valencia Sellés con tan favorables noticias, las comunicó a la P. Provincial. Sabedor éste del buen ánimo del Señor de Callosa, quedó en escribirle y esperar su respuesta. No fue necesaria respuesta escrita, puesto que, hallándose el Marqués enValencia, recibió a los religiosos, y concedió el permiso de fundación. Al escrito de petición que presentó el P. Provincial, respondió él con otro con la licencia, «manteniendo por especial Patrónal Mártir San Sebastián. «Con fecha de 3 de enero de 1721, firmaba el decreto el Marqués. D. Guillém Ramón de Moneada Portocarrero Meneses y Noraña, Marqués de Aytona, Villarreal y Medellin. Capi­ tánGeneral de Ejército». Persistiendo los frailes en su temor de que, si se hacía público el propósito de la nueva funda­ ción, la animosidad de las otras Ordenes religiosas la impidiese, el mismo Marqués aconsejó la inmediata fundación, y, tras los hechos consumados, él mismo se encargaría de solucionar, con su influencia, los restantes trámites ante el Virrey y laReal Audiencia deValencia. El. P. Provin­ cial nombró comisario de la fundación al P. Pablo deValencia, definidor, cuya patente le dio por escrito, sellada y refrendadapor el Secretario Provincial. Llegado aCallosa con el mayor secreto celebró una reunión con las autoridades eclesiásticas y civiles y se dictó acta de posesión, en la que no se hablaba de convento o residencia, sino únicamente «fundación». Como se ve, las precauciones para que el acontecimiento pasara desapercibido, eran extremas. Se dirigieron los religiosos junto con las autoridades a la casa del Señor Miguel Sellés, y en ella establecieron provisionalmente su residencia. El P. Pablo bendijo la estancia y la sala habi­ litada para la capilla. Era la madrugada del día 17 de enero de 1721. A la mañana siguiente, se corrió la voz por toda la villa de que la noche anterior habían

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