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FUNDACION DEL CONVENTO: El propósito real de los Capuchinos era fundar definitiva­ mente convento. Las autoridades de la villa y el pueblo, en su admiración por la vida y el apos­ tolado de los frailes, apoyaban decididamente este deseo. Con todo ello, el P. Provincial se diri­ gió al señor de aquellas tierras, el Duque del Infantado, suplicándole razonadamente que, a cambio de la residencia que ocupaban y de una serie de privilegios que le ofrecía en relación con el futuro convento, se dignara costear la obra. Accedió el Duque, quien, además obtuvo los permisos del Arzobispo y del Rey para la nueva fundación, y se adquirieron las fincas colindan­ tes para el templo, la ampliación del convento y para el huerto. El. P. Provincial, acompañado por los Regidores de laVilla, por el clero y por el hasta enton­ ces Presidente del Hospicio, P. José de Moya, bendijo la primera piedra. Las obras, costeadas por el Duque, se realizaron con gran celeridad. La Comunidad Capuchina de Alberic permaneció en esta villa -con las interrupciones de las Guerras de Sucesión y de la Independencia- hasta 1835. Es de notar que en esta población nunca surgió ningún problema mientras los frailes estuvieran en ella. El convento, décimosexto en el orden de los fundados en nuestra Provincia, tuvo su último Guardián en el P. Antonio de Benaguacil.

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