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Los Capuchinos, como se ha dicho, al poco tiempo de fundar aquí, hubieron de trasladar su residencia, debido a lo insalubre del lugar a causa de la proximidad con terrenos pantanosos y a la humedad que minaba la edificación, foco de enfermedades y de paludismo que afectaron a toda la comunidad y minaron la vida del Venerable P. Ignacio de Monzón. Este padre era venera­ do como santo por los oriolanos, a quienes edificó por sus virtudes. A petición del Cabildo Catedralicio fue enterrado en la Catedral de Orihuela, incoándose el proceso informativo sobre su fama de santidad. Se ignora si llegó a enviarse a Roma. Tres siglos después -1920- se encontró el mencionado proceso en el Archivo de la Catedral. La oportunidad del cambio de residencia vino con ocasión de celebrarse el Capítulo Provin­ cial de 1619. El Señor Obispo y la ciudad recurrieron al Capítulo ofreciendo un lugar más ade­ cuado, y el 15 de junio de ese mismo año, contando ya con la anuencia del P. General, Clemente de Noto, en presencia del Obispo, bendijo y puso la primera piedra el P. Miguel de Valencia, Ministro Provincial, en esta segunda residencia dedicada al Nombre de Jesús, en el extremo opuesto de la primera fundación, el Arrabal Roig (Ravaloche), extramuros de la ciudad, lugar de mayor elevación y salubridad. En el año 1621, terminadas las obras, los frailes se trasladaron definitivamente a este convento. Las características de este Convento Capuchino -cuyas obras hubieron de ser suspendidas temporalmente debido al estúpido pleito interpuesto por los Recoletos, alegando excesiva proximidad con el suyo- se ajustaba al clásico proyecto trazado por el Patriarca Ribera. La facha­ da del templo conventual tenía una especie de atrio o zaguán con soportales de tres arcos. En lo alto, exactamente como quería el Santo Patriarca, figuraba su escudo rematado con la cruz pa­ triarcal. El convento, ajustándose a los primitivos planos, tenía la entrada a un lado del templo y al final de un largo corredor estaba el «claustro de la cisterna» sobre el que se edificaron dos pisos. El primero destinado a celdas y la planta superior, a despensa y otras oficinas. No existía el Coro «alto». Solamente el que se hallaba tras el altar mayor. Tras una primera época, el convento ha sufrido numerosas transformaciones. Se construyó una enfermería en el trascoro,con tribuna recayente al altar mayor. En 1773, el Guardián, B e n i m a s s o t . E x t r a m u r o s s e h a l l a b a e l C o n v e n t o d e F r a n c i s c a n o s R e c o l e t o s d e S a n t a A n a .

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