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C O N V E N T O D E O R I H U E L A ( 1 6 1 1 ) Las distintas fundaciones de los Capuchinos en el Reino de Valencia han ido precedidas siempre de un mismo signo. La admiración y el respeto ante la fama de santidad que precedía y acompañaba a los frailes de la nueva reforma capuchina. Si en otros lugares, sin embargo, hubo que tomar como punto de apoyo o de partida una ermita o un legado para establecerse, en Orihuela fue suficiente la sola presencia del Padre Eugenio de Oliva, Ministro Provincial, con su fervoro­ sa y elocuentísima predicación en la Misión que dirigió en esta ciudad. Terminados los quince días que duró, le falto tiempo al Obispo, Fray Andrés Balaguer, de la Orden de Predicadores, junto con los cabildos eclesiástico y civil, para solicitar del Superior General de la Orden y del Rey Felipe IV su establecimiento en Orihuela. Esta fundación -la duodécima de la Provincia Capuchina de la Preciosísima Sangre de Cristo, de Valencia- es la primera tras el fallecimiento del Patriarca Juan de Ribera. El lugar escogido en primera instancia estaba «al final de la Corredera, en el camino de Almoradí, extramuros, dis­ tante de la ciudad una pequeña milla, entre el río Segura y la acequia mayor de Callosa». Cons­ taba de seis tahúllas que costaron -¿a la Ciudad?- «cinch sentes lliures, moneda reais deValéncia». La fecha de compra data de 28 dejulio de 1612. No obstante, mucho antes, se procedió a la toma de posesión, erigiendo una cruz en el lugar el día 8 de enero de 1611. Se comenzó a edificar, y mientras duraron las obras, los religiosos fueron huéspedes del Obispo. Transcurridos dos años, y concluidas completamente las obras -convento, templo y huerta- formaron la primera comuni­ dad catorce religiosos, entre los que se hallaba el Venerable Padre Ignacio de Monzón, y cuyo Guardián era el P. Hermenegildo de Valencia. Orihuela es una ciudad, la más meridional del antiguo Reino de Valencia, asentada junto al monte Oriol y bañada por el río Segura. Sede episcopal, no se le oculta al visitante su aire de señorío, de un pasado esplendor del que todavía hace gala. Su patrimonio monumental es nota­ ble, y son ejemplos de ello la Catedral, los templos de Santiago; Santa Justa y Rufina; el Con- vento-Universidad de Santo Domingo; los Conventos de Clarisas, Dominicas, Agustinas y el de las Salesas, el cual, con su templo, fue proyectado por el hermano Capuchino, Fray Antonio de 123

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