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portería había dos cuadros pintados por Fray Lucas deValencia, representando a San Lorenzo de Brindis y el Beato Diego de Cádiz. Respecto al patronazgo de este convento -San José y San Ponce- consta que ya en 1765 presidía el altar mayor la imagen de San José. No se hace referencia, no obstante, a San Ponce. Al adentrarnos en la consideración de la vida de los frailes que habitaron este convento, tenemos que decir que, si la madurez se fragua frecuentemente en el dolor, las sucesivas comu nidades de este Convento de Castellón alcanzaron un grado de madurez en el ejercicio de la fortaleza y de la humildad realmente grandes. A lo largo de los años es incalculable la cantidad de contratiempos y de atropellos surgidos, y, lo más sorprensivo aún, las injerencias y el despo tismo que tuvieron que soportar, no sólo de las autoridadess civiles, sino del clero de la ciudad y del mismo Obispo de Tortosa. Año 1770. Dondequiera que han estado los Capuchinos han fomentado la devoción a la San tísima Virgen. En Castellón se afianzó y extendió la devoción a la Divina Pastora, y para su culto, un grupo de fieles tuvo la idea de fundar una Cofradía, redactando unas Constituciones que fueron aprobadas por el Obispo -la firma del decreto dice: «Bernardo, Obispo deTortosa»- Erigida, pues, canónicamente, llegó a reunir próximo al millar de cofrades. En la fiesta principal -8 de septiembre-, en el segundo domingo de cada mes, así como en otras conmemoraciones importantes, como San José, la Encarnación, etc., los actos litúrgicos en el templo de los Capu chinos, y sobre todo, las manifestaciones públicas con sus procesiones que recorrían la ciudad y el arrabal de Capuchinos cantando el Rosario, eran multitudinarias y revestían una solemnidad extraordinaria, con edificación de toda la población. No obstante la autenticidad y legitimidad de la creación de dicha cofradía -el decreto del Obispo de Tortosa lleva fecha de 7 de septiembre de 1770- se fraguaba un escandaloso pleito, por absurdo y pueril, promovido por el Vicario Mayor (sic) y demás clero de la ciudad. En efecto -relata el cronista- apenas llevaba un año de existencia la Cofradía, era tal el movimiento de fervor y entusiasmo por esta institución, que despertó ciertos recelos y envidia en el clero de la
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