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60 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA destinados a las misiones que estaban encomendadas a otras provincias, como las de Cumaná y Los Llanos de Caracas. De ellos nos ocupare­ mos en capítulo aparte. Además, hay un hecho que tuvo lugar en el provincialato del P. Sangüesa, que contrasta con eso y que nos demues­ tra el entusiasmo misional existente en Castilla. Cuando en diciembre de 1742 el Cardenal Molina, gobernador del Consejo de Castilla, pidió dos religiosos — un Padre y un Hermano— con destino a la importante misión del Tibet, el P. Provincial escribió a los conventos pidiendo voluntarios que quisiesen ir. A tal demanda se ofrecieron no menos de catorce entre Padres y Hermanos ( 19 ). Otra prueba de que los capuchinos castellanos querían trabajar en las misiones la expondremos más tarde, y fue en 1749 cuando, al dividirse la misión de Maracaibo, los superiores de Castilla pidieron hacerse cargo de la parte que que­ daba para Venezuela. A lo expuesto hemos de añadir que en este trienio continuaron las gestiones para lograr la fundación de Deusto-Bilbao, venciéndose no pe­ queñas dificultades que fueron saliendo al paso. En febrero de 1745 se admitió asimismo una nueva fundación en elpueblo deTorralba, en la jurisdicción de la guardianía de Tarancón, la que no prosperó, según diremos (20). A fines de 1744 uno de los religiosos de la provincia, el P. Pablo de Colindres, fue nombrado por el P. General Visitador dela provin­ cia de Valencia, y más tarde la Congregación de Obispos y Regulares le designó asimismo Visitador apostólico, con amplias facultades para dar ordenaciones, reformar lo que creyese oportuno, convocar el Capí­ tulo y nombrar el Provincial y dos de los Definidores. El 22 de enero de 1745 llegaba a la ciudad de Valencia, acompañado del P. Pedro de Huerta, como secretario, y de un Hermano. Hizo la visita, efectiva­ mente; promulgó sus ordenaciones y celebró el Capítulo, con lo que los religiosos consiguieron la paz y unión que no había logrado el visitador anterior (21). En la Congregación tenida al año y medio de gobierno del P. San­ güesa se dieron también más ordenaciones o apuntamientos a la pro- (19) Sin embargo, no sabemos haya sido enviado entonces ninguno al Tíbet, al menos de Castilla; ni siquiera marcharon tampoco en esta ocasión a Méjico con el fin de recoger limosnas con destino a la expresada misión, como fueron en 1763 el P. Francisco de Ajofrín y Fr. Fermín de Olite (cfr. Archivo Documental Español, publicado por la Real Academia de la Historia, tomo XII. Diario del viaje que por orden de la Sda. Congregación de Propaganda Fide hizo a la América septentrional en el siglo X V II I el P. Fr. Francisco de Ajofrín, Capuchino, vol. II, edición y notas del P. B. de Carrocera, capuchino, Madrid 1959, 315ss.). (20) VA, 273. (21) Tercera parte de las Crónicas de los Capuchinos de la Provincia de Valen­ cia, ms. 197-200 (Arch. Prov. de Cap. de Valencia); Estadística general de la Seráfica Provincia de Valencia, denominada de la Preciosísima Sangre de Cristo, Valencia 1901, 19, nota 1.

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