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6 7 4 L A P R O V IN C IA D E F F . M M . C A P U C H IN O S D E C A S T IL L A nos mandados, ni menos aun se tomó el menor alivio. Todo lo llevaba en su persona a punta de lanza para guardar íntegra fidelidad a lo prome tido. Y esa fidelidad a la Regla franciscana y a las Constituciones capu chinas se echó bien de ver en las ordenaciones dadas en la visita, encami nadas a quitar relajaciones y sostener la observancia más perfecta. Con esa misma finalidad alentó en Italia los conventos llamados de «Retiro» y estableció en España los Seminarios o Colegios de Misioneros, dándoles estatutos apropiados. Finalmente, su muerte fue en cierto modo consecuencia de tales rigores, rayados a veces en heroica penitencia y mortificación. Exhausto de fuerzas, víctima de varias enfermedades contraídas en esos largos viajes, agotada su naturaleza por el sufrimiento y los dolores, entregaba su alma a Dios en Viena el 7 de junio de 1766, después de dar a todos los más preclaros ejemplos de humildad, fervor y desasimiento de las cosas. Contemporáneo del P. Colindres fue otro religioso ejemplar, el Padre Faustino de La Nava, que, como aquel, había desempeñado en Roma el cargo de secretario por las provincias españolas. Estando en la Ciudad Eterna tradujo al castellano los Ejercicios diarios de seráfica devoción, impresos también allí en 1756, «aunque, como dice el P. Ajofrín, por humildad no puso su nombre» (19). Su virtud y gran celo por la estrecha observancia regular, tal y como la había querido implantar en la provincia el P. Colindres, se ponen bien al descubierto en una interesante carta que dirigió a la superioridad, estando conventual en La Paciencia y contando ya 66 años, en la que con la mayor humildad confiesa que él no podía aspirar ya «más que al rincón de una celda y encomendarse a Dios» (20). No obstante eso, en octubre del mismo año 1776, perturbada la paz de la provincia por algu nos acontecimientos y existiendo dificultad para nombrar Vicario del convento de El Pardo, él se somete a la obediencia y acepta resignado, mereciendo las siguientes alabanzas del cronista: «Este venerable ancia no, después de haber sido Lector de teología, haber estado en Roma muchos años de secretario general, haber sido Guardián en los conventos mayores de la provincia y haber sido Definidor dos o tres veces, este religioso, pues, tan condecorado, viendo la dificultad que había para nombrar Vicario de El Pardo, por las raras circunstancias que concurrían, (19) F. de Ajofrín, Vida de San Fidel de Sigmaringa, Madrid 1786, 349. El Padre Faustino era natural de Nava de Coca (Segovia), donde nació el 27 de julio de 1711,imponiéndosele en el bautismo el nombre de Joaquín Alberto García Muñoz; tomó el hábito en Salamanca el 28 de julio de 1731, ordenándose en 1735; fue Lector (1742), Vicario de Tarancón (1739) y de El Pardo (1776), Guar dián de Laguardia (1749), Segovia (1751), Valladolid (1765), El Pardo (1778), Cus todio general (1759) y Definidor (1762, 1774) ( Necrologio, 310, e información hecha antes de profesar el 16 de junio de 1732, en Biblioteca Universitaria de Salamanca, Papeles varios manuscritos, tomo 29, informe 4). (20) Carta del mismo, Convento de La Paciencia, 20 agosto 1776 (AGS, Gracia y Justicia, leg. 644).
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