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672 LA PROVINCIA DE FF. MAL CAPUCHINOS DE CASTILLA tamientos para la apología formal de la conducta religiosa y política (10) como sus Cartas familiares ( 11 ). Estas son al propio tiempo la mejor apología y testimonio de la con­ ducta virtuosa, pobre, penitente y mortificada que los misioneros de Toro llevaron tanto dentro como fuera del convento, en sus largos viajes a pie y en los pueblos donde misionaban. Sirvan de confirmación estas pala­ bras del cura de Burujón en el informe que sobre ellos daba al Cardenal de Toledo: «Su conducta ha sido muy ejemplar, con grande recogimiento, sustentándose de las limosnas que les ofrecen los fieles» ( 12 ). Así la predicación tenía que producir efectos sorprendentes y cosechar frutos extraordinarios. El Padre Ajofrín, perfecto conocedor de la historia de la provincia de Castilla, ha escrito, precisamente en ese tiempo que nos ocupa, estas palabras: «La provincia de Castilla, no inferior a otra en virtud, obser­ vancia y austeridad, ha producido sujetos agigantados en santidad y mila­ gros en un Zamora y Treviño, legos, y en un Soria y Aguilera, sacer­ dotes» ( 13 ). Quizás refiriéndose a alguno de los expresados y lamen­ tando que los propios religiosos hubiesen tratado de ocultar con marcado empeño «la santidad, prodigios y milagros de algunos individuos», es­ cribe: «Testigos son de esta verdad los vecinos de Segovia. Murió pocos años ha en esta ciudad un gran religioso con gran fama de santo, y, que riendo hacer sus vecinos públicas demostraciones en señal de su tierno afecto al siervo de Dios, no sólo lo impidieron los prelados sino que mandaron con precepto formal de santa obediencia se quemase cuanto se había escrito de su vida, virtudes y milagros, como se ejecutó con uni­ versal sentimiento de todos sus apasionados» ( 14 ). 4 .—Y en confirmación de lo expuesto y mayor abundamiento, quere­ mos además recordar algunos religiosos, flores siemprevivas de santidad, escogidos al azar, aparte de los ya nombrados y de otros que luego men­ cionaremos. Vaya en primer término el P. Antonio Félix de Aguilera, religioso de tan fervoroso espíritu, tan ejemplar y penitente ya desde el noviciado, que a los seis meses de hábito se le dio, con la oportuna dispensa, la profesión. Más tarde, olvidando su primitivo fervor y estando conventual (10) Se imprimió en 1817 y, aunque no se dice el lugar, lo fue en Montpel- lier, donde a la sazón se encontraba desterrado el P. Santander. (11) Se imprimieron en Madrid, 1805; algunos señalan una segunda edi­ ción en 1806, que no hemos podido comprobar. (12) Carta del mismo, Burujón, 22 enero 1770 (Arch. Dioc. de Toledo, le­ gajo 262). (13) Carta familiar de un sacerdote, respuesta a un colegial, amigo suyo, Madrid 1772, 10. Aunque con el seudónimo de Ricardo Anffescinio, anagrama de Francisco de Ajofrín, éste es sin discusión su verdadero autor, que la imprimió en Méjico, en 1765. (14) A jo f r í n , Traducción de la segunda parte del apéndice al tercer tomo de ias Crónicas, ms., prólogo (BN, ms. 12.913).

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