BCCCAP00000000000000000000156

670 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA tu» ( 3 ). Y el autor o compilador del bulario de la Orden, recogiendo sin duda los informes enviados de la provincia, afirma de él que «su vida estuvo en un todo ajustada a la santa profesión y lo que él mismo prac­ ticó, supo expresarlo luego felizmente por medio de la pluma, para utili­ dad de los demás, en sus libros morales, ascéticos, catequísticos, etc.» ( 4 ). Y efectivamente sus libros son los mejores testigos de lo que él fue: hombre de oración, piadoso, lleno de celo por la salvación de las almas; sacerdote y religioso ejemplarísimo en todo género de virtudes. Como ya dijimos en otra parte, lo que más falta en la documentación para la historia de la provincia son las noticias biográficas. Eso tenemos que lamentarlo respecto del P. Alamín e igualmente de los demás reli­ giosos, en general. Más concretas son las que tenemos sobre el P. Manuel de Jaén, otro fervoroso capuchino castellano y celoso misionero, de quien se ha escrito: «Vivía siempre muy abstraído y retirado aun de los religiosos, muy dado a la oración y contemplación de las cosas divinas; nunca se le vio ocioso, sino ocupado en el confesonario, en el pulpito, en el coro o en la celda, escribiendo o leyendo. En la mortificación y peni­ tencia fue extremado y riguroso, castigando su cuerpo para que no se revelase contra el espíritu». Fue superior de algunos conventos y ejerció «este ministerio con tanto celo de la observancia regular, que ya tocaba en rigor y nimiedad», cuidando no sólo de que se guardasen la Regla y Constituciones, sino de las más pequeñas ceremonias, mostrando ese mismo celo cuando se trataba del culto divino ( 5 ). Idénticas alabanzas deben tributarse al P. Fidel del Valle, tan buen predicador y misionero como excelente y virtuoso religioso. De él dijeron los censores de sus obras que en éstas se ponía bien de manifiesto el celo por la salvación de las almas, de tal modo que «todos hallarían logro espiritual», añadiendo uno de ellos: «Alabo el trabajo, la doctrina y la piedad del autor, tan conocido como celebrado siempre por su oratoria y religiosidad en este salmantino pueblo» (6). Esos escritos son reflejo, como dijimos, de la piedad, virtud, devoción tiernísima a la pasión de Cristo y sobre todo a la Santísima Virgen bajo el título de Divina Pastora de las almas, a la que consagró sus libros, dedicó coplas y cantó con encendido amor. A los mencionados preciso es añadir los nombres de otros tres que a la predicación fervorosa juntaron una vida ejemplar, penitente y de extremado rigor, siendo así apóstoles celosos de la salvación de las almas y diligentes cultivadores de la propia perfección. (3) M a r t ín d e T o r r e c i l l a , O. F. M . C a p ., Apologema, espejo y excelencias de la Seráfica Religión de Menores Capuchinos, M a d rid 1701, 130. (4) Bullarium O. F. M. Capuccinorum, V, Romae 1748, 366. ( 5 ) Estas noticias biográficas van en la introducción de muchas ediciones de su obra: Instrucción Utilísima y fácil..., y allí mismo se hace notar que habían sido proporcionadas por los propios Capuchinos. (6) F id e l d e l V a l l e , O . F . M. Cap., Epinicio evangélico, I, Salamanca 1755 , folios 6-8, censura de los Capuchinos PP. luán de Soria y Manuel de Madrid y del P. Antonio Gutiérrez

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz