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48 I,A PROVINCIA DE FF . MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA San Antonio; también de El Pardo y segunda vez de San Antonio, aunque renunció ambas guardianías ( 7 ). Era costumbre y casi ley que en todos los Capítulos se diesen orde­ naciones especiales que miraban a puntos concretos de observancia regular, culto divino, estudios, formación de los jóvenes, etc. En el pre­ sente caso fueron las que dio el P. General, después de realizada la visita, las que igualmente hicieron suyas los nuevos superiores. En ellas se refleja la impresión recibida por el P. Hartmann sobre el estado de la provincia, de la que dice había sido «fundada sobre cimientos muy sólidos de disciplina regular por varones ilustres»; sin embargo, aquel hermoso campo estaba ahora afectado por la «perjudicial cizaña que por incuria de la humana fragilidad y por sagaz astucia de satanás..., como se ha dejado ver en esta nuestra visita, no con poco quebranto de nuestro corazón». En esas ordenaciones se echa bien de ver su deseo de conservar a todo trance la observancia regular así como el rigor y espíritu de austeridad y penitencia que resplandece en la legislación capuchina. De ahí que insiste en que los maitines se recen invariable­ mente a media noche fuera del caso «en que sea verdaderamente impo­ sible». Añade que, si alguno pide permiso para no ir, se le niegue luego licencia para salir de casa. Este mismo castigo debía aplicarse a los que se creyesen dispensados del ayuno o de otras observancias. Encarece de la misma manera no se conceda dispensa de las tres horas de oración, que se acostumbraba tener en la provincia, como tampoco de los diez días de Ejercicios espirituales todos los años, y que se guarden escrupu­ losamente las disciplinas y mortificaciones acostumbradas. Finalmente, establece esta regla para el trato de los huéspedes: que sé les trate mejor o peor según el mayor o menor trabajo que se toman por la comunidad (8). 2 . El P. General salió de Madrid el 3 de mayo de 1727 rumbo a la provincia de Andalucía, acompañado del P. Pablo de Colindres, en calidad de secretario por España. Hecha allí la visita, pasó a la de Valencia con idéntico fin. Las Crónicas de esta provincia hacen notar que, ya antes de finalizar la visita de sus conventos, habiendo experi­ mentado, por una parte, el gran clamor contra la abolición de los Discre­ tos capitulares, y por otra, los males que se seguían, o sea, que siempre turnaban los mismos individuos en las prelacias, dándose por esto mismo mucho favoritismo, se determinó a restablecer de nuevo los expresados Discretos capitulares ( 9 ). A tal objeto comenzó a dar los pasos convenientes. Estando aún en el convento de Murcia, en julio de aquel año, escribió cartas al Cardenal Bentivoglio y al embajador de España ante el Papa, para que interpusiesen su valimiento y se lograse el restablecimiento de los Dis- (7) Necrologio, 125. ( 8 ) Cfr. Ordenaciones provinciales, arriba citadas. (9) Tercera parte de las Crónicas de los Capuchinos de la Provincia de Valen­ cia, ms., 41-6 (Arch. Prov. de Cap. de Valencia).

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