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662 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA ni rebatirlas. Dice también que se proponía seguir a los filósofos de aquel siglo y del anterior, prefiriéndolos a los antiguos; sin embargo no renuncia a la libertad de filosofar y por lo tanto no seguir servilmente a ningún sistema filosófico. No obstante quería tener presente lo que habían escrito los buenos autores, añadiendo por su cuenta muchas cosas, pero recha­ zando en principio el método aristotélico, por anticuado (pp. XV, XVI y XII). Por eso mismo tampoco siente simpatía alguna hacia los esco­ lásticos, contra los que a veces deja correr la pluma más de lo justo. De todos modos justifica su proceder en admitir las nuevas doctrinas en su filosfía no con otro objeto sino el de proporcionar con ello armas para que los religiosos jóvenes puedan confundir los enemigos de la verdad y «sea manifiesto a todos que no la ciencia misma, sino la arro­ gancia, la soberbia o, lo que es más verosímil, la corrupción del corazón y la perversidad de costumbres, es lo que infatúa y pervierte los sabios de este siglo» (p. III). No intentamos meternos en más pormenores ni es posible exponer las doctrinas seguidas u opiniones formuladas por el P. Villalpando a lo largo de dicho curso filosófico. Este llegaba en un momento propicio en que el Consejo de Castilla había ordenado a las Universidades precisa­ mente la formación de uno que pudiera ser propuesto como texto. Nada se había hecho hasta que el P. Villalpando presentó el suyo; al ofrecer al Consejo los superiores de la provincia el tercer tomo y vistos los bue­ nos informes dados por los examinadores del mismo, aquellos se anima­ ron a pedirle también se pusiese de texto en los estudios del reino ( 69 ). Naturalmente el Consejo no podía dar ese paso tan importante sin some­ ter la obra a un nuevo examen. Recibido posteriormente el dictamen favorable de los censores, el Consejo no dudó en tomar la determinación de que en adelante se estudiase por el curso del P. Villalpando en los colegios de los Capuchinos españoles y que en los restantes centros docentes del Estado se hiciese lo mismo, a no ser que en ellos se enseñase la filosofía por las Instituciones del P. Francisco Jacquier y la Física por Musshenbroeck ( 70 ). Tal determinación fue bien recibida por los Capuchinos españoles, que pusieron seguidamente en práctica lo ordenado por el Consejo. Sólo (69) Carta del P. Vicario provincial, Juan de Villardondiego, 24 febrero 1779, en «Expediente formado a representación del Provincial de Capuchinos de las dos Castillas sobre que se le conceda licencia para imprimir el tomo tercero de filo­ sofía que ha compuesto su súbdito Fr. Francisco de Villalpando. Ahora se sigue a instancias de D. Juan Llaguno, vecino de esta corte, sobre que se le conceda privilegio por el tiempo que sea del agrado del Consejo para la reimpresión y venta del referido Curso filosófico» (AHN, Consejos, leg. 5539, n. 34, f. 12). Cons ta el expediente de 297 ff. mas 12 con numeración aparte. (70) Así lo acordó el 8 de noviembre de 1779 y así lo mandó por su carta circular del 26 del citado mes y año (cfr. el citado «Expediente», ff. 25-32, y mi trabajo: Un capítulo de la historia de la filosofía en España, 71-73).

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