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DOS ESCRITORES NOTABLES 651 Satisfecho del deber cumplido y de los éxitos alcanzados en la tarea que le fue encomendada, volvía el P. Ajofrín a reanudar la vida conven­ tual, y con ello comienza un período de intensa producción literaria. Los superiores, conociendo sin duda su valer, lo eligieron el 15 de septiembre de 1768 Cronista de la provincia «y se le concedió dispensa para decir misa a las seis, no asistir a prima, tercia, sexta, nona y completas» ( 9 ). En ese cargo fue confirmado en el Capítulo del 21 de octubre de 1768 y en él continuaría hasta su muerte. No desempeñó otro sino el de Guardián de San Antonio del Prado ( 1780 - 1782 ), y aun en esos años siguió de Cronista y Archivero ( 10 ). Su fallecimiento ocurrió en el mencionado convento madrileño el 16 de enero de 1789 ( 11 ). De él tenía muy elevado concepto el P. Colindres, quien, escribiendo al nuncio, le decía era un religioso sabio y de mucha doctrina, muy estimado en la provincia, y que lo tenía por su confesor el marqués de Campo del Villar ( 12 ). Por su parte uno de los religiosos que le cono­ ció, puso de su puño y letra al final del Diario original del P. Ajofrín: «Amigo lector: ya has visto cuánto anduvo el autor de este libro y cuán­ to padeció por mar y tierra. Yo bien quisiera darte mayores noticias de este grande héroe, pero mi pluma es muy tosca. Aunque mi afecto le consagraría sus merecidos elogios y una perfeccionada estatua en honor de su gran literatura y sabiduría, pero aun más por su gran santidad y virtudes heroicas, que constante perfeccionó con el crisol de su gran mortificación hasta la muerte. No dudo que el Señor que es liberal con sus siervos, lo habrá sido con este suyo, coronándole con la inmortal corona de la justicia prometida a los que constantes permanecen y son fieles en adquirirlas» ( 13 ). Ese mismo elogioso concepto está expresado por otro religioso que a su vez anotó en otro manuscrito del P. Ajofrín: «Este libro es del P. Francisco de Ajofrín, varón a todas luces venerable y por ser de tan esclarecido religioso merece ser conservado con todo cariño y respeto» ( 14 ). A eso agrega otro escritor, ajeno a la Orden, después de prodigarle no pocas alabanzas: que aunque era tratado de falsario, sin embargo había sido «de buena memoria, que le han adquirido su religiosidad y celo por la salvación de las almas, su vida laboriosa en servicio de la Iglesia, su gran pobreza y demás bellas cualidades que le adornaron y que le han hecho honrosa a la misma corte de Madrid» ( 15 ). (9) VA, 440; sucedió en el cargo al P. Matías de Marquina, por haber fallecido. (10) ED, 236s. (11) El 14 de enero le fueron administrados los sacramentos (VA, 512; Ne­ crologio, 15). (12) Carta del P. Colindres, Alcalá, 8 julio 1764 (Archivo de Propaganda Fide, Scritt. nei Congressi,America centrale, voi. I, 389-94). (13) Cfr. Tolle et lege, t. V II, ms., p. 942 (B. R.Acad. de la Historia, 9/ 3419). (14) Lo escribió otro religioso en uno de los tomos de la colección Tolle et lege. (15) F r a n c is c o R am os, Reflexiones apologéticas que sobre el ayuno na-

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