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620 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA Pocos días más tarde emprendía el camino de Zaragoza a la que llegó antes del 8 de marzo. Instalado en una dependencia del palacio arzobispal con un Capuchino por compañero y confesor, un capellán y un paje, llevó vida casi de auténtico religioso, en entera pobreza, distribuyendo el tiempo en las ocupaciones anejas al cargo, en el estudio y en la composición de libros ( 73 ). Pero su celo incontenible no le dejaba permanecer inactivo en la predicación. Por eso el 13 de marzo comenzó ya una misión general a la ciudad, que duró ocho días, y, según atestigua el historiador Villamayor, su palabra recordaba la del Bto. Diego José de Cádiz. A continuación dio una segunda misión en la iglesia de San Francisco y luego otra en la de PP. Dominicos. También dirigió una tanda de Ejercicios espirituales a todo el clero de la ciudad ( 74 ). Inició también la visita a las comunidades de Religiosas, aprovechando la ocasión para predicarles y en abril comenzó a su vez a administrar la Confirmación ( 75 ). Cuando el P. Santander arribó a Zaragoza llevaba sólo nombramiento de Visitador general de la diócesis; Arce le había dado además el encargo de que procurase estar fuera de la ciudad. A este objeto decidió hacer la visita pastoral, comenzándola por Villanueva del Gállego a mediados de mayo de 1803 , y continuándola por todas las villas y pueblos del arzobis­ pado. Las actas de esta primera visita se encuentran en el Archivo Dio­ cesano de Zaragoza y son el exponente más fidedigno y fehaciente de cuanto hizo, trabajó y dispuso el P. Santander durante ella, que es sin duda alguna acabado modelo como lo son asimismo las actas por su acabada redacción y completa documentación. Comienzan con un largo impreso de 20 hojas dirigido a los párrocos y curas anunciándoles la visita y pidiéndoles datos históricos de las respectivas iglesias, cofradías, capellanía, obras pías, etc., todo con gran minuciosidad, a fin de que, cuando él llegase, estuviesen las cosas a punto. Las mismas actas son prueba de lo eficaces e interesantes que resultaron tales normas e ins­ trucciones, como son igualmente de las muchas y curiosas disposiciones que fue dando por doquier ( 76 ). Además, hizo al mismo tiempo la visita a los conventos de Religiosas, predicándoles y dejándoles sabias disposiciones para el gobierno de las comunidades. En cada pueblo dirigía también su palabra a la gente por medio de sermones, pláticas o exhortaciones; en algunos, como Tauste, Vila, éste de Albarracín ( Gaceta , 18 marzo 1803); las invitaciones hechas por el duque de Medinaceli y otros documentos del caso se encuentran en el Archivo de esta casa ducal ( Archivo Histórico, leg. 237/59). (73) Apuntaciones-Apología, 171. (74) Con ocasión de estas misiones se publicó este opúsculo: El infierno hu­ millado: poema alusivo a las fructuosas misiones que en la ciudad de Zaragoza predicó su Obispo auxiliar el limo. Fr. Miguel de Santander, por el Dr. D. M. A. y V. [Manuel Ased y Villagrasa], s. a. s. 1., Zaragoza, 1803). (75) Así lo dice en varias partes de sus Apuntaciones-Apología. (76) El mismo dice que las disposiciones dadas en esta primera visita forma­ ban un total de seis tomos, los que efectivamente se conservan encuadernados en el Archivo Diocesano de Zaragoza.

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