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ILMO. P. M IGUEL SUÁREZ DE SANTANDER, OBISPO 619 ponder a las consultas que se le hacen y en solicitar el bien de todos por los medios que le son posibles. Se deja ver en la solicitud, al pare­ cer incansable, con que ya de palabra, ya con sus escritos y ya con su personal diligencia, se afana por el bien espiritual y no raras veces aún por el temporal de sus prójimos, sin distinción de sexos, de edades, ni de condiciones: hecho un todo para todos, para salvarlos a todos, si pudiese» (68). En esas palabras va indicado con toda verdad y justicia el amplio campo de actividad desplegada por el P. Santander, encaminada de modo principalísimo a la predicación pero también a la dirección de numerosas personas, religiosas o seglares, trazando a unas y otras métodos de vida espiritual, señalándoles medios de adelantamiento y perfección, aten­ diendo a toda clase de consultas en bien de las almas ( 69 ). Además, también se preocupaba de las necesidades temporales de los sitios donde predicaba, como lo hizo concretamente por El Ferrol, por la ciudad y provincia de Santander ( 70 ). 4 .—La fama del P. Santander llenaba a comienzos del siglo XIX, los ámbitos de la corte y aun de toda España. En él justamente puso sus ojos el arzobispo de Zaragoza, santanderino también, para pedirlo a Carlos IV para auxiliar. D. Ramón José de Arce, natural de Selaya de Carriedo, era al mismo tiempo Inquisidor General y necesitaba residir en Madrid; por eso buscó en el P. Santander un Obispo auxiliar que le ayudase a regir y gobernar la diócesis de Zaragoza. Carlos IV accedió complacido a la demanda y presentó al Papa al P. Miguel de Santander para auxiliar de Arce «en atención a su virtud, literatura y demás reco­ mendables circunstancias que en él concurren para el ejercicio de tan importante ministerio» ( 71 ). Preconizado Obispo Titular de Amizón, recibió la consagración en la iglesia de San Antonio del Prado, de Ma­ drid, el 20 de febrero de 1803 , siendo padrino el duque de Medina- celi ( 72 ). ( 68 ) Carta del Bto. Diego al editor del t. I de Doctrinas y sermones. (69) Gran parte de esa correspondencia espiritual se encuentra en sus Cartas lamiliares. (70) Estando dando misión en El Ferrol escribió a talobjeto al ministro de Marina, 27 julio 1785, recomendándole varias necesidades de la ciudad ( Cartas familiares, 33-37); interés por que se constituya en Santander una Sociedad Pa­ triótica (ibid., 129-131); cfr. sobre esto mismo A. F e r r e r d e l Río, Historia del reinado de Carlos III en España, IV , Madrid 1856, 83, quien hace resaltar ese interés del P. Santander y de los misioneros Capuchinos por el bienestar de los pueblos. (71) El nombramiento fue anunciado en la Gaceta de Madrid, 17 septiem­ bre 1802, y de Zaragoza, 23 del mismo mes y año. La petición al Papa fue hecha por el rey por cédula de Barcelona, 12 octubre 1802, enviada al embajador de Roma, remitiéndole juntamente el consentimiento del arzobispo de Zaragoza y los informes del Nuncio (Archivo de la Embajada de España ante la Santa Sede, legajo 674). El P. Santander comunicaba la noticia al Ayuntamiento de su ciudad nativa, Madrid, 1 octubre 1802 (Archivo Municipal, leg. 29, n.° 160; Altamira. 1946, 50-51). (72) Fueron consagrantes el arzobispo de Zaragoza y los obispos Cuesta y

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