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618 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA bre más culto y literato». Y agrega: «Juzgar al P. Santander como orador sagrado es empresa larga» ( 64 ). Algo quisiéramos ahondar en ello y desde luego hay que reconocer, como lo hicieron sus contemporáneos, que sobresalió por su excelente modo de predicar. Valga, entre otros, el testimonio del P. Callosa: «Su estilo claro y hermoso, acomodado a sabios e ignorantes, su doctrina sana, tomada de la Sda. Escritura y de los Padres, su unción inimitable, como don gracioso deDios, y losadmirables frutos que producen en las almas de los justos ypecadores,les obliga a no dejar de la mano los escritos de V., a decorarlos de memoria y a predicarlos a la letra con la seguridad de experimentar una utilidad inestimable en el imperio y el sacerdocio. El P. Fr. Miguel de Santander, capuchino, era el apóstol de nuestro siglo, la gloria de la Capucha y el amado de Dios y de los hombres» ( 65 ). Prueba convincente de esa realidad y del efecto producido con sus sermones fueron los frutos espirituales logrados en incontables almas: miles de confesionesgenerales,reconciliación de enemistades, resti­ tución de bienes mal adquiridos, pleitos zanjados, etc. (66). Igualmente lo comprueban los grandes concursos de gentes que acuden a oírle: en El Ferrol el auditorio se compone de 15.000 personas; a Doncos (Gali­ cia) vienen de tres, cinco y nueve leguas a escuchar su palabra; y sobre todo lo patentizan los numerosísimos pueblos y ciudades donde pre­ dicó, de las diócesis de Toledo, Zamora, Salamanca, Segovia, Astorga, Mondoñedo, León, Palencia, Oviedo, Burgos, Santander y Valladolid, llamado por los respectivos obispos ( 67 ). Ese mismo hecho testifica a su vez el Bto. Diego que proclama al P. Santander digno de las mayores alabanzas por varias razones, justi­ ficándolas así: «Bástame lo que la fama nos publica de su edificante vida, de su apostólico celo y de su ferviente predicación seguida de numerosos concursos, de frutos extraordinarios y de raras y prodigiosas conversiones, cuyos ecos venidos de las Castillas, de las Montañas, de las Asturias, de la Galicia y singularmente de esta corte, han llegado y se han dejado oír en estas Andalucías y aun resonado en los países extranjeros». Resalta asimismo la pública fama de excelente predicador como lo decían a voces las continuas llamadas de obispos, cabildos y ayuntamientos, ciudades y personas de primera graduación, y describe la amplitud de su celo y apostolado que no sólo se ciñe a la predicación: «Se deja ver en su casi no interrumpida ocupación en púlpito y confe­ sonario, en la dirección de las almas por las estrechas sendas de la perfección cristiana y religiosa; en la asistencia a los enfermos, en res- (64) M . P e la y o , Historia de los heterodoxos españoles, V . Santander 1947, 414-416. (65) Apuntaciones-Apología, 167. ( 66 ) Lo repite el P. Santander en varias cartas y lo testifica el Bto. Diego según en otra parte diremos. (67) Apuntaciones-Apología, 166-67.

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