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61 4 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA y pronuncia un discurso de circunstancias ( 38 ). Lo propio hace el 3 de mayo en la sesión celebrada por la Sociedad Patriótica de Santander ( 39 ). Finalmente, el Consulado de la ciudad le invitó a predicar el 30 de mayo el panegírico de San Fernando ( 40 ). Fue quizás ésta la última oca­ sión en que pronunció un sermón de compromiso. Con setenta y seis años bien cumplidos, lleno de trabajos y sufri­ mientos y sometido a una actividad poco común, optó por retirarse al pueblecito santanderino de Santa Cruz de Iguña, a casa de un sobrino. Tampoco aquí conoció la ociosidad, dedicando el tiempo a traducir libros y componer otros ( 41 ). Hasta que, poco después de cumplir 87 años, enfermó gravemente de catarro pulmonar. Consciente del peligro, pidió los últimos sacramentos que recibió con extraordinario fervor, falleciendo el 2 de marzo de 1831 . Al día siguiente, según disposición suya, se le dio sepultura en la iglesia de Nuestra Señora de las Caldas de Besaya, de PP. Dominicos, en un enterramiento del presbiterio al lado de la Epístola ( 42 ). A ese resumen de datos biográficos hemos de agregar que, además de Misionero apostólico, fue Secretario provincial, Guardián de Toro, Custodio de Valladolid, visitador de los conventos de Castilla en 1801 , Calificador de la Inquisición, Examinador sinodal de Toledo, obispo auxiliar de Zaragoza y gobernador eclesiástico del arzobispado, obispo de Huesca y arzobispo electo de Sevilla. A esos títulos juntó el mérito de ser canonista ilustre, poeta, literato y polemista; gozó de gran faci­ lidad para escribir en todos los tonos y estilos con mucha gracia; demos­ tró en sus obras gran erudición y conocimiento de la Sagrada Escritura, Santos Padres y autores eclesiásticos, nacionales y extranjeros, así anti­ guos como modernos ( 43 ). 2 .—La deslumbrante figura del P. Santander quedará mejor perfilada y comprendida si se estudian algunas facetas más salientes. Es la primera su ejemplaridad como religioso capuchino. Si fue aplaudido y admirado por su predicación y elocuente oratoria, no mereció menos alabanzas por sus virtudes. Destaca ante todo su conducta ajustada en un todo a la más estricta observancia regular, de perfecta vida común, extrema pobreza, continuo retiro, mucho rigor y no escasas privaciones, guardada (38) Certificación dada por el secretario del Ayuntamiento de este acto y de la breve plática pronunciada entonces por el P. Santander (Cfr. Luis G. Ca­ m in o , Noticias sobre algunos sermones de circunstancias dichos en Santander y luego impresos, en Altamira, 1945, 138-9) V. también n. 21 de sus escritos. (39) Fue publicado en el n. 5 del Semanario Cántabro, 14 mayo 1820, con el título de: «Discurso del limo. P. Santander a la Sociedad Patriótica de esta ciudad.» (40) V. la nota 22 de sus escritos. (41) Así lo consigna en el Catecismo para los niños, traducido por él: «Se finalizó esta traducción en las montañas de Santander el día de San Mateo, 21 de septiembre de 1820.» V. n. 27 de los escritos. (42) Cfr. el acta de defunción en: Libro de finados en la parroquia de Santa Cruz de Iguña (Altamira, 1946, 54); España sagrada, L I, Madrid 1879, 17-20. (43) D o r o te o de B a r c e l o n a , O. F. M. Cap., El P. Santander, en Estudios Franciscanos, 22 (1919), 214-219.

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