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612 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA En mayo de 1795 conoció personalmente al Bto. Diego José de Cádiz, que regresaba de misionar en Galicia, Oviedo y León, a su paso por Toro camino de Zamora y Salamanca. La amistad y estima que antes se tenían aumentaron sobremanera, y la correspondencia entre ambos fue en adelante más frecuente y familiar (29). Por su parte, el P. Santander, sin darse punto de reposo, prosigue en años posteriores la predicación misional, recorriendo uno tras otro incontables pueblos de las diócesis de Zamora, Astorga, Valladolid, Pa­ tencia, León y Burgos, sufriendo en sus viajes, hechos siempre a pie, innumerables trabajos y penalidades que lleva con ejemplar pacien­ cia (30). En uno de esos años, 1798, imprime una famosa carta, dirigida justamente al Bto. Diego, en donde pone al descubierto la situación caótica de España (31). Y así, sin decaer ni disminuir su actividad apostólica, llegamos a co­ mienzos del siglo xix, en que, a reiteradas instancias del Bto. Diego y de otras personalidades, inicia la publicación de los dos primeros tomos de Doctrinas y sermones para misión, a que seguirán otros varios (32). Ese trabajo no es obstáculo para continuar la predicación de misiones. Notable fue sobre todo la dada en la catedral e iglesias de Toledo en 1801, la que asimismo repitió al siguiente año, llamado por el Arzobispo- Cardenal D. Luis de Borbón (33). En la misma ininterrumpida tarea le sorprende por el mes de sep­ tiembre de 1802 la noticia de haber sido presentado por el rey para Obispo auxiliar de Zaragoza, recibiendo la consagración el 20 de febrero de 1803 en la iglesia de San Antonio del Prado de Madrid (34). Desde esa (29) Son varias las cartas escritas por el P. Santander al Bto. D iego en tono familiar y jocoso; se llamaban Fr. Mosca (Bto. Diego'! y Fr. Araña (P. San­ tander) ( Cartas familiares, 236-41, 274-77, 281-89). El concepto que el Bto Diego formó de él lo expresa así: «En este mi largo viaje (Galicia, etc.) he tenido el particular consuelo de ver y hablar, aunque muy poco, a nuestro insigne Capu- chino P. Fr. Miguel de Santander, misionero en el Seminario de T oro, provincia de Castilla, con quien antes comunicaba por escrito. Es sabio de primer orden, varón religiosísimo y ejemplar, de mucho interior y de un espíritu de dul­ zura y celo extraordinario y singular. Es ciertamente una de las columnas que ha puesto D ios en nuestros días para que sostenga la verdadera piedad, virtud y religión. Es indecible el fruto que hace en todas partes» (S e b astián de U b r i - que , O . F. M. Cap., Vida del Beato Diego fosé de Cádiz, II, Sevilla 1926, 38-39, carta al P. Jaime de Puigcerdá, Ronda, 15 septiembre 1795). (30) Cartas familiares, 256; en otra dirigida al Bto. D iego (pp. 281-89) relata en verso cuanto tuvo que sufrir en uno de esos viajes misionales. (31) V . abajo n. 5 de sus escritos. (32) V . los escritos nn. 6, 7, etc. Se imprimieron bajo los auspicios del Padre General Nicolás de Bustillo, llevando com o prólogo una carta del Bto. Die­ go, y otro del mismo P. Santander en que da interesantes pormenores de su predicación, método, reforma del pulpito, etc. (33) Cuando predicó la misión en Toledo, 1801, dirigió una exhortación es­ pecial al Ayuntamiento ( Sermones panegíricos, II, 304-326).De la de 1802 se hace constar en las actas del Cabildo que el 24 de marzo se habían presentado cuatro ejemplares del edicto de las misiones que predicaría en la catedral el Padrs Santander ( Actas del Cabildo, t. 92, año 1802, f. 228v.). (34) La ceremonia está descrita en la Gaceta, 18 de marzo de 1803.

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