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610 LA PROVINCIA DE FF. MAL CAPUCHINOS DE CASTILLA extraordinaria, y la fama de excelente predicador se difunde por España entera. Así es llamado por el obispo de Palencia para dar misión en la catedral, predicando además ejercicios espirituales a las comunidades religiosas y al clero. Prosigue en 1785 con esa misma actividad de misio­ nes y ejercicios por Tierra de Campos, viéndose obligado a predicar varias veces al día (12). Y es tal la fama que va adquiriendo, que en los pri­ meros meses del citado año 1785 le llegan peticiones de los obispos de León, Oviedo, Santander, Mondoñedo e incluso de Málaga para misionar en sus diócesis (13). Por lo que, sin permitirse descanso alguno, comien­ za después de Pascua del mismo año una serie ininterrumpida de misio­ nes en Galicia, siendo notable la de Doncos, a la que acuden las gentes de tres, cinco y nueve leguas, y sobre todo la de El Ferrol, que perdura un mes, con un auditorio que no baja de 15.000 personas, logrando fruto extraordinario de conversiones, como también en Mondoñedo; en todas partes da ejercicios espirituales simultáneamente al clero y comunidades religiosas (14). De regreso va haciendo lo propio en varios pueblos de la diócesis de León, entre ellos Benavente, en diciembre de 1785 (15). Quizás porque la salud se vio un tanto resentida, dedicó a un relativo descanso el siguiente año, en que sólo predica parcamente y atiende al despacho de numerosas consultas y cartas de dirección. En 1787 reanuda la predicación de misiones, primero por tierras de Toledo en compañía de su paisano el P. Francisco de Santander, misionero de Toro (16), y más tarde, 1788, por distintos pueblos de Zamora y en la propia ciudad. Este año imprime la Novena en honor de la Divina Pastora (17). El P. Santander estuvo predicando en 1786, aunque incidentalmente, en su ciudad natal (18). Ahora, 1790, es invitado a predicar toda la cuaresma; su presencia fue acogida con grandes muestras de simpatía por sus paisanos que entusiasmados acudieron a escuchar a diario su palabra ardiente y fervorosa. Al final el Ayuntamiento quiso ofrecerle un cálido homenaje de admiración y afecto y le dio el título de «Su Pre­ dicador» por antonomasia (19). Y no parando ahí, se planeó entonces la fundación de un convento de Capuchinos en la ciudad, proyecto que (12) Cfr. las cartas 1, 2, 3 y 6, en que narra sus actividades en 1784 y 1785 (Cartas familiares, 1-18). (13) Carta a un religioso de América, T oro, 18 marzo 1785 (ibíd., 19). (14) Cartas al P. Mariano de Agreda, El Ferrol, 26 junio 1785, y al obispo de Mondoñedo, El Ferrol, 26 julio 1785 (ibíd., 29, 31-32). (15) Carta a una religiosa de Vitoria, 12 diciembre 1785 (ibíd., 37-41). (16) A rchivo Diocesano de T oledo, Registro de Cámara (1748-93), n.° 100. (17) Más abajo haremos la descripción de esta Novena. (18) En la iglesia de Franciscanos Observantes de Santander predicó el ser­ món de la Inmaculada en 1786 (Sermones panegíricos, II, Madrid 1814, 155-171). (19) Se acordó darle el título el 7 de abril de 1790 y se le entregó solemne­ mente el diploma el 12 de dicho mes en las salas del Ayuntamiento (A rchivo del Ayuntamiento, Libro de acuerdos del Ayuntamiento de la M. N. y S. L. Ciudad de Santander, año 1790, ff. 77V.-78).

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