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604 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA — dice— que tiene (julio de 1792) 65 años de edad, más de 41 de hábito capuchino y que por espacio de más de 36 años ha ejercido el sagrado ministerio de oír confesiones con tesón, y por más de 30 misionero apos tólico, predicando con celo y en la corte de Madrid, en Toledo y en otras varias ciudades y pueblos; que ha sido Lector de filosofía y teología, Guardián del Colegio de misioneros de la ciudad de Toro, Custodio, tres veces Definidor, Vicario Provincial, adjunto alumno de la provincia de Castilla, que es Padre de Provincia y actualmente Prefecto de este Cole gio» (52). Esto quiere decir que su existencia estuvo por entero consagrada al apostolado, a toda clase de apostolado, especialmente de predicación de misiones, distinguiéndose además por su devoción a la Divina Pastora. Ya de setenta y un años, vivía aun muy enfermo y en continuo sufrimiento en el mencionado Colegio de La Habana, donde falleció poco des pués (53). Otro de los misioneros, también alabado por el P. Santander, fue el Padre Joaquín de Portillo, nacido en 1748 y que tomó el hábito capuchino en 1763, recibiendo la ordenación sacerdotal en 1772. Poco después debió entrar a formar parte del Seminario de misioneros de Toro donde ya se encontraba en febrero de 1779, o quizás antes (54). En 1784 mar chó con el P. Isidoro de Fermoselle a La Habana para establecer allí un nuevo Colegio de misioneros. En Cuba permaneció hasta 1790, dedicado por entero al ministerio de la predicación sobre todo de misiones circu lares por pueblos y villas. El mencionado año pasó a la Luisiana con el cargo de Vicario Foráneo y Juez auxiliar de la Luisiana y Florida, mani festándose siempre religioso prudente y activo, muy celoso del culto y atento a pacificar los ánimos bastante levantiscos de aquella colonia. Al ser cedida de nuevo a Francia la Luisiana en 1802, el P. Portillo regresó a España, falleciendo en 1807 en el convento de Salamanca (55). Aparte de lo expuesto es prueba de las excelentes dotes y de la fama de excelente misionero el que, cuando el P. Isidoro de Fermoselle, Vica rio provincial de Castilla, hizo la visita al convento de Toro, hacia 1775, dejó dispuesto se compusiese una colección de sermones y doctrinas para misiones, y un curso de Ejercicios espirituales para el clero, encomen dando tan importante labor a los PP. Joaquín de Portillo y Miguel de Santander. Como el P. Portillo marchó a Cuba, ese trabajo lo realizó (52) Declaración del P. Fermoselle, La Habana, julio 1792. (53) Declaración del P. Baltasar de Pozoantiguo, testificando en 1802 que tenía 71 años y estaba muy enfermo con ataques de retención de orina. Falle ció a fines de 1802 o com ienzos de 1803. (54) Necrologio, 140; lista de los religiosos que componían la comunidad de Toro el 4 de febrero de 1770 (APC , 28/84), entre los cuales se pone al Padre Portillo. (55) Para más datos del citado religioso, cfr. A ntonio de C ast il l o , O. F. M Cap., La Luisiana española y el P. Sedella, Puerto R ico 1929, 18, 68-9; Necro logio, 140.
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