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OBRAS Y FUNDACIONES EN LOS AÑOS 17 01-1 727 4 1 de 1725 ), las que fueron aprobadas por los superiores de Castilla (1 de diciembre de 1725 ) ( 28 ). No se logró con la misma facilidad el permiso del Consejo de Orde­ nes. Fue necesario interponer durante el año 1726 nuevos valimientos y memoriales de parte del prior del convento de Calatrava y de la villa de La Calzada (15 de abril, 24 de junio, 2 de julio). Por fin, aquél dio el decreto de aprobación (11 de agosto de 1727 ), que fue confirmado por el rey el 20 del mismo mes ( 29 ). Con esa misma fecha concedió su licencia el arzobispo de Tole­ do ( 30 ), procediéndose en seguida a la toma de posesión (23 de agosto de 1727 ), quedando nombrado presidente de la residencia el P. Felipe de Calahorra ( 31 ). Una vez más contradijeron esta fundación los Padres Descalzos, alegando faltaba el permiso del Consejo de Castilla, ante el que entablaron recurso (3 de septiembre de 1727 ). Lo propio hicieron los Capuchinos; al fin, se consiguió la provisión del Consejo (12 de enero de 1728 ) por la que se autorizaba aquel convento ( 32 ). Pero no se dieron aún por satisfechos los PP. Descalzos: recurrieron ahora al Nuncio, quien dio la razón a los Capuchinos en agosto de 1728 , quedando así terminada tan fastidiosa contienda ( 33 ). Se procedió a poner la primera piedra del convento el 22 de mayo de 1729 , actuando en la ceremonia el prior del sacro convento de Calatrava, por invitación del P. Provincial; y, no obstante que el titular del mismo, según condición de Beatriz Carrillo, debía ser San Félix de Cantalicio, sin embargo quedó dedicado a San Ludovico o San Luis, obispo de Tolosa ( 34 ). Con gran calor se comenzaron y prosiguieron también las obras de la iglesia. Esta venía a ser más bien una capilla, dedicada ya a la Virgen de la Soledad y de reducidas proporciones. Por lo mismo, aun antes de terminarse el convento, se determinó, con el parecer del maestro de obras (1 de julio de 1730 ), agrandarla, teniendo en cuenta el concurso de la gente en los días de fiesta. Consiguientemente, se construyó una iglesia totalmente nueva, quedando la ermita de la Soledad formando parte de una de las capillas ( 35 ). A pesar de lo dicho, así el convento como la iglesia fueron levan­ tándose con suma lentitud; no abundaron tanto como se esperaba las limosnas. Además, los herederos de D. Blas García Pulgar se negaron a entregar lo que éste había dejado para la fábrica. Aunque a ello fueron obligados por sentencia dada en 1733 , prácticamente el pleito (28) Cfr. estos documentos en APC, 30/171. (29) Toda esta documentación se conserva en APC, 30/174, y en el Archivo Histórico Nacional, Clero, leg. 1928. (30) VA, 192. (31) Ibíd., 193. (32) V. en APC, 30/177. (33) VA, 200. (34) Ibíd., 201. (35) Cfr. APC, 30/178.

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