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MISIONEROS MÁS DESTACADOS 597 Día del buen cristiano, en el que expone un excelente método de vida y medios prácticos para que, incluso los seglares, puedan santificar todos los actos del día. Sin duda debió imprimirlo primero aparte y más tarde lo agregó al otro libro mencionado, pero formando cuerpo separado. Del P. Jaén es también: Modo de visitar las Cruces, que igualmente su autor imprimió aparte para repartirlo entre los fieles, pero que más tarde, formando unas 70 pp., va agregado al: Remedio universal de la perdición del mundo (20). Era sin duda el Viacrucis que el P. Jaén utili­ zaba en sus misiones, y en él, después de explicar el origen y las indul­ gencias concedidas, se ponen para cada estación algunos versos, una meditación y una oración particular. Por último hemos de decir que el P. Jaén fue muy devoto de San Antonio de Padua, y su biógrafo añade que imprimió una: Novena de los nueve martes, revelada por el mismo santo, a la que más tarde agre­ gó: Novenario para invocarle nueve días continuos, nueve horas y trece días en cualquiera necesidad (21). No hemos visto ejemplar alguno, pero quizás deba identificarse con esta otra: Novena del glorioso S. Antonio ele Padua revelada por el mismo Santo y puesta en método por un reli­ gioso capuchino devoto suyo (22). Reafirmamos para concluir que el P. Jaén fue todo un misionero, dedicado por entero al ministerio apostólico, al que consagró y dirigió sus estudios, su actividad, sus escritos, enderezados en último término a la salvación de las almas, ideal supremo de su predicación. En los retratos que después de su muerte van al principio de su obra Instrucción Utilísi­ ma, se le llama con toda verdad «religioso de vida ejemplar». 2.— El P. Fidel del Valle fue otro apóstol, entregado en alma, vida y corazón a la predicación de misiones populares. Pocas noticias podemos dar de él; sólo que se llamó antes Manuel Urioste y Ugarte, pero no podemos decir en concreto la fecha de nacimiento, ni de toma de hábito ni tampoco de la ordenación sacerdotal (23). Por otra parte no desem­ peñó en la Orden cargo alguno. Su vida debió ceñirse principalmente y casi con exclusión a! apos­ tolado misionero. El convento de Salamanca fue además su residencia habitual o por lo menos el centro de su actividad, teniendo como campo principal de predicación los pueblos de la mencionada provincia. De sus libros podemos entresacar algunos datos biográficos. Así sabemos que (20) Así al menos aparece en la edición de 1794, hecha en Madrid por Her­ nández Pacheco. (21) Cfr. «N oticia», párrafo X . (22) Está impresa sin lugar y sin año y consta de 68 pp. 133 X 93 m m , y es, efectivamente, una novena de martes-, además, el Cardenal Portocarrero había concedido indulgencias especiales a los que la hiciesen y se añade que «era para uso de los Padre Capuchinos de San Antonio del Prado de Madrid». (23) Y es que la Estadística general ni siquiera pone su nombre; tampoco se le menciona en el V A , que anota con puntualidad las fechas de ordenación de los religiosos, lo que nos hace sospechar haya tomado el hábito siendo ya sacerdote.

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