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MISIONEROS MÁS DESTACADOS 595 pueblo, muy a propósito para ser difundidos con profusión entre los fieles, fruto de la experiencia personal adquirida en las misiones y enca­ minados a remediar los vicios y miserias morales que en ellas había advertido. Con esos libritos, como afirma en uno de ellos, no pretendía sino la gloria de Dios, y luego «ayudar a la salvación de mis prójimos, sabiendo que éste es el empleo divinísimo entre todos los divinos... Y por este camino también solicito hallar propicia hasta mí la divina misericor­ dia» (11). Luego veremos cómo tampoco fue inútil su trabajo de escritor sino de eficaces y extraordinarios resultados. Entre tanto el P. Jaén continuó su predicación por medio de misio­ nes opulares en tierras de Segovia, más tarde de Toro, donde le encon­ tramos en 1732 (12), y, por fin, de Valladolid. En el convento de esta ciudad, lleno de méritos y virtudes, aunque no muy avanzado en años, le sorprendió la muerte el 11 de noviembre de 1739, a los 63 años de edad, cinco meses y 26 días (13). Preciso es también, después de esos datos biográficos, hacer resaltar el mérito de sus escritos; son una importante faceta de su personalidad e igualmente uno de los medios utilizados por él para hacer más eficaz el apostolado y más permanente el fruto de su predicación. La primera obra salida de su pluma y por otra parte la que más difusión tuvo en vida del autor y aun posteriormente, fue: Instrucción útilísima y fácil para confesar particular y generalmente y prepararse y recibir la Sagrada Comunión (14). A la primera edición, aparecida en 1718, sucedieron pronto otras; la quinta se hacía en 1728. El P. Jaén fue introduciendo en ella importantes cambios, reformas, correcciones o añadiendo cosas, según la experiencia le iba enseñando, para hacer más útil su libro, en el que, como reza la portada, «descúbrense muchos defectos por que se hacen malas confesiones, danse reglas para conocer lo que es pecado mortal y venial; documentos para los escrupulosos; pónese la acusación por los diez mandamientos, y actos y oraciones muy devotas para antes y después de confesar y comulgar». El P. Jaén escribió dicho libro de reducido tamaño, a imitación del obispo Sr. Barcia, para que fuese repartido con profusión entre la gente del pueblo, y él mismo pudo comprobar «que para muchas almas ha sido medio eficaz para ponerlas en carrera de salvación, no obstante que hay tantos y tan maravillosos libros, mucho más excelentes del asunto, con que a lo menos por pequeñuelo ha hallado más lugar en la aceptación ( 11 ) Ibíd. (12) En ese año predicó la cuaresma en Castronuño (Valladolid), comen zando entonces los Capuchinos a alternar en la predicación de dicha villa con pre­ dicadores de otras Ordenes (APC, 28/118). (13) Cfr. «N oticia», párrafo X . (14) La segunda edición se hizo en Madrid, 1721; es un tomito (110 X 75 mi­ límetros) de 10 hjs. + 508 pp. Suponemos se hiciese la primera en 1718, por ser de esa fecha la aprobación del Ordinario. El P. Jaén pone en ella no pocos casos, algo raros por cierto, que le sucedieron a él, aunque los pone con disimulo en tercera persona.

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