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TRES PREDICADORES DISTINGUIDOS 575 a continuación los reparos por él puestos, que no son cuatro como los de su «penitente», sino once; varios coinciden con los de éste pero no así otros, entre ellos el que trata el libro de calumnioso, deseoso de hacer despreciable a los frailes, «sucio, ridículo, hereje, oscuro y violentador del sentido de las sagradas Escrituras» (reparo 8.°). Y ese abuso de los textos sagrados que más que cita irrespetuosa es empleo ridículo de los mismos, es lo que sobre todo el P. Marquina reprueba en el libro, fustiga y rechaza de plano, amén de otras cosas, porque el fin no justi­ fica los medios cuando éstos son reprobables. Por cierto que en esas acusaciones coincidirán luego cuantos delataron el libro a la Inquisición. Además, el P. Marquina impugnó el libro del P. Isla porque en el Fray Gerundio de Campazas vio maltratada la personalidad del fraile en contraposición a la del jesuíta, que no se consideraba tal, y juntamente en el modo de predicar del de Campazas, ridiculizada la figura del capu­ chino actuando en el pulpito, según que ya en otro capítulo expusimos con más detención. A esa contienda literaria, suscitada a poco de ponerse a la venta el primer tomo del libro del P. Isla, en 1758, siguió algo de más terribles consecuencias: la delación del mismo a la Inquisición. Y no fue preci­ samente el P. Marquina quien la hizo, ni tampoco Capuchino alguno sino un Carmelita Descalzo, dos Dominicos, un Mercedario y un Agustino. Las acusaciones coincidían en un todo con las del P. Marquina: en el libro se abusaba de la Sagrada Escritura, se profanaban los textos, se citaban las palabras sagradas en plan de chiste, de burla y de mofa, utili­ zándolas para hacer reír, se ridiculizaba a los frailes, etc. Y en eso mismo coincidieron luego los censores designados por la Inquisición para exa­ minar las expresadas delaciones (44). Si los esfuerzos del P. Marquina no consiguieron eficazmente el objetivo deseado, se logró al menos en parte mediante el decreto de la Inquisición, que prohibió poco después la obra del P. Isla. Entre tanto el P. Marquina continuó su predicación y tareas literarias y con el cargo de Cronista de la provincia de Castilla hasta fines de agosto o principios de septiembre de 1768, en que debió fallecer (45). 3.— Un tercer predicador queremos presentar en este capítulo: el Padre Pablo Fidel de Burgos. Ante todo confesamos sinceramente que (44) El Expediente instruido sobre la historia de Fray Gerundio por la In­ quisición se conserva original y manuscrito en la Biblioteca de la Real Aca­ demia de la Historia, 9/29-5-5965, y consta de más de 500 folios, conteniendo las distintas delaciones y asimismo las censuras de los designados para exami­ nar las delaciones. También se conserva justamente aquí una carta del P. Fran­ cisco de Ajofrín, EÍ Pardo, 4 abril 1758, en la que sale en defensa del libro del P. Isla. (45) VA , 440. El 15 de septiembre de 1768 el Definitorio nombró Cronista al P. A jofrín; se supone que para entonces había muerto el P. Marquina, que lo era hasta entonces.

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