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TRES PREDICADORES DISTINGUIDOS 569 de Pusa (Toledo) para estudiar la conveniencia de fundar allí un con­ vento. Apenas salidos de Madrid, les sorprendió el 30 de agosto una tremenda tempestad, en la que el P. Liébana encontró la muerte y el Padre Marquina corrió asimismo gran riesgo de perecer (22). Pronto consiguió también fama sobresaliente de buen predicador. De tal modo que, al tener lugar en Madrid el año 1732 las misiones que los Capuchinos solían predicar anualmente durante la cuaresma en tres o cuatro parroquias, para las que eran elegidos misioneros de talla, el Padre Marquina fue entonces uno de los designados (23). Su celo, sin embargo, le llevó aun más lejos, a prestar auxilios espirituales y mate­ riales en la lejana ciudad de Orán. Esta plaza, conquistada por las tropas españolas en 1732, fue víctima un año más tarde de una fuerte epidemia que perduró varios meses; el número de enfermos o atacados se elevó a nueve mil. Fue seguramente esa desgracia la que indujo al P. Marquina y al P. Pablo de Colindres a pedir o dar su nombre para ir a la citada plaza africana a prestar sus servicios a los apestados y continuar luego allí misionando o predicando a los habitantes de la misma. A tal objeto el 15 de noviembre de 1734 salían de Madrid ambos religiosos rumbo a Orán «a predicar y asistir a los hospitales», según afirma el cronista (24). Allí su comportamiento fue muy ejemplar y en los tres años que asis­ tieron a los hospitales, según expresión de uno de los Vicarios del arzobispo de Toledo en Orán, «predicaron sin cesar la doctrina evangé­ lica», y con celo tan arrebatado que contra «estos famosos varones de virtud, destinados por su celo apostólico y humildad a esta ciudad, se dirigieron delaciones al rey, a S. A. el Sr. Infante D. Luis, que a la sazón era arzobispo, y a sus prelados» (25). No sabemos concretamente cuánto haya durado su permanencia en la ciudad de Orán. Uno de los Vicarios afirma que se prolongó solamente por tres años. Lo que sí podemos afirmar es que en los primeros meses de 1742 ya se encontraban los dos mencionados religiosos en España (26). Ese mismo año o el siguiente se encomendó al P. Marquina una comisión tan delicada como difícil en bien de la provincia. Una de las fundaciones que más oposición tuvo fue la del convento de Deusto (Bilbao). Las primeras gestiones en ese sentido dieron comienzo a mediados de 1669, y sin embargo en 1743 tal fundación aun no había tenido efecto. En ese último año se dieron al P. Marquina plenos poderes para dar cuantos (22) VA , 204. (23) Arch. Arz. de Toledo, Registro, núm. 145, donde consta se le dieron li­ cencias a tal finalidad. (24) VA , 218. (25) Arch. Arz. de Toledo, Orán, carta de Alonso Camacho, Vicario de aquella plaza, Orán, 18 diciembre 1773, y de Manuel Pérez, en contestación al Cardenal Lorenzana, Orán, 15 agosto 1778. (26) Justamente en el Capítulo del 27 de abril de 1742 el P. Colindres fue elegido Guardián del convento de San Antonio del Prado, cargo que renunció (ED , 190, 192).

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