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OTROS RELIGIOSOS INSIGNES 561 de 1828: que el P. Vicario General siguiese como hasta ahora sin Definidores, lo que el P. Justo recibió con entera resignación (68). Así transcurrieron las cosas hasta los primeros meses de 1829. Fal­ taba un año para que el P. General cumpliera su sexenio, febrero de 1830; en abril de este último expiraba a su vez el del P. Vicario General. Tocaba ahora elegir un Superior dela Orden que fuera espa­ ñol; asimismo el Capítulo general debía tener lugar en España. Inde­ ciso el P. Justo de Madrid, consultó al Consejo de Castilla sobre si debía avisar al P. General (8 febrero 1829). Tras de varios comunicados entre el Consejo y el P. Justo, éste le participó haber recibido carta del P. General (23 enero 1829) en que le decía se sirviese señalar con­ vento donde tener el Capítulo, pues tocaba celebrarlo en España. Con eso se conformó el Consejo (69). Pero el nuncio intervino entonces, arrogándose la facultad de con­ vocar dicho Capítulo general; el memorial del representante del Papa se remitió al Consejo (17 abril 1829), con lo que se complicaron más las cosas (70). Así siguieron y así quedaronsin resolverse de momen­ to, debido en gran parte al delicado estado del P. Justo deMadrid, quien, tras de grave enfermedad iniciada en julio, el 7 de diciembre del expresado año pagaba tributo a la muerte en el convento de La Pacien­ cia, «después de haber recibido todos los Santos Sacramentos y deján­ donos ejemplos que imitar por su paciencia en la prolija y penosa enfer­ medad que ha padecido, y por su edificante resignación en la voluntad divina» (71). Así finalizó su existencia el P. Justo de Madrid, segundo Vicario General de los Capuchinos españoles, torturado por sus dolencias y tam­ bién víctima de la persecución de los constitucionales. A eso se agre­ garon las inquietudes y perturbaciones causadas por la emulación de quienes las habían suscitado ya en tiempo de su antecesor, no obstante que el lema de su gobierno, reflejado bien claramente en cartas y orde­ naciones, fue procurar la paz, unión y concordia de los religiosos, alte­ rada por aquellos. A eso se añadió su decidido propósito de restaurar la observancia regular así como la vida común y pobreza capuchina, gravemente quebrantadas entonces. Terminamos su biografía haciendo resaltar su devoción a la Divina Pastora, puesta de manifiesto en sus relaciones con la Hermandad de ( 68 ) Toda la abundante documentación relativa también a este asunto puede verse en AHN , Consejos, leg. 4.036. (69) Cfr. la documentación respectiva en el mencionado leg. del AHN. (70) Ibíd. (71) Carta del P. Cipriano de Palencia, Provincial de Castilla, a los restantes Provinciales de España, La Paciencia, 7 diciembre 1829 (Arch. Prov. de Ca­ puchinos de Cataluña), y carta del P. Manuel de Manzanares a la Hermandad de la Divina Pastora de Sevilla, en J u a n B. d e A r d a l e s , O . F. M. Cap., La Divina Pastora y el Beato Diego José de Cádiz, Sevilla 1949, 604-605. Sus funerales tuvieron lugar en La Paciencia el 10 de diciembre, con asistencia de los Supe­ riores de la provincia y de otros religiosos de diversas Ordenes, invitados al acto con esquela impresa. 36

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